En el PSG no hay un día tranquilo. El club parisino está sumergido en una calma tensa que desemboca tiranteces al mínimo estímulo. Se ha convertido en un dorado castillo de naipes que se tambalea al mínimo soplido.
Alejandro Peinado // Infobae
“Sufrimiento, ese es mi apellido”, bromeaba Luis Enrique tras la agónica clasificación de su equipo para octavos de la Champions League. “Era el ‘grupo de la muerte’ y ha sido muy disputado. Estoy contento porque en cada partido hemos demostrado ser competitivos. A muchos les haría mucha ilusión vernos muertos, pero todavía estamos vivos y coleando. Ninguno de nuestros posibles rivales querrá al PSG en el sorteo. Preguntadles”, aseveraba en un tono desafiante utilizado como escudo para esconder el desasosiego con el que vivió el pase.
La intranquilidad ascendió de manera vertical en el club parisino. Pasando del banquillo al palco, donde Al Khelaifi fue un manojo de nervios hasta que le llega una notificación desde Newcastle: el Milán se adelanta en St James Park. Resultados que, a falta de cuatro minutos, clasificaba al PSG a octavos como segundo de grupo. Un gol convertía a los parisinos en líderes, pero Luis Enrique cambia de planes, opta por ser conservador y pide a sus jugadores que no pierdan la posesión. En ese momento, Mbappé realiza gestos desaprobatorios y continúa atacando.
Mbappé lleva la contraria a Luis Enrique
Contrariado por la gestión del balón de sus compañeros, a Mbappé no le calma ni el pitido final. “¿A qué jugamos?”, le pregunta en tono irónico a su compañero Marquinhos mientras su enfado va en aumento. Su camino al vestuario refleja la frustración que siente. No se pronunció verbalmente, pero su cuerpo habló por él. Su manera de caminar marcó el ritmo de su molestia, en aumento tras cada paso que daba. Miró a sus compañeros mientras negaba con la cabeza y protestaba a un miembro del cuerpo técnico parisino por la orden de Luis Enrique de contemporizar. Pese a las felicitaciones por el pase, no se le pasa la indignación.
Se cruza con Luis Enrique, con el que cruza miradas mientras niega con la cabeza en señal de desaprobación. El técnico le ve pasar y le llama para celebrar la clasificación. Más tarde, en rueda de prensa, le quita hierro al asunto. “Sólo ha pasado al final del partido, los últimos cinco minutos, cuando hemos visto que el Milan iba por delante en el marcador. A nosotros el empate nos servía. Hemos intentado circular más para intentar llegar en alguna ocasión muy clara y, sobre todo, no encajar”, asegura.
Las discotecas de París, en el punto de mira de Lucho
El ‘caso Mbappé’ no es la única polémica que hace temblar los mimbres del cuadro parisino. Luis Enrique es un técnico que hace de la disciplina una de sus premisas, por ello, de la misma manera que hizo en sus anteriores clubes, lo ha implantado en el PSG. Según L’Équipe, el exseleccionador español estableció, como primera medida, que todos los jugadores del PSG, sin excepción, firmaran al entrar en la ciudad deportiva una hoja por la que se comprometen a respetar los horarios de los entrenamientos, al igual que el compromiso.
Tal y como cuenta el medio francés, Lucho le encomendó a un auxiliar del club vigilar las principales discotecas de la capital parisina con el objetivo de tener conocimiento de los futbolistas que salían de fiesta o frecuentaban este tipo de locales hasta altas horas de la noche. De la misma manera, buscó tener un control de las redes sociales de los jugadores y su entorno para evitar que todo ello afectase a la rutina y rendimiento del equipo. Lejos de prohibir nada a sus jugadores, Luis Enrique buscó regular los momentos dedicados para el ocio nocturno. En Francia no conocían a Luis Enrique en primera persona, pero poco a poco le van descubriendo.