Me dirijo a usted a propósito de que recientemente reconoció públicamente que maltrató a varias mujeres que fueron sus parejas. Es importante que haya encarado la verdad, pero es más importante que asuma su responsabilidad. Eso aún está pendiente.
Asumir su responsabilidad por haber maltratado a una mujer (en su caso a varias mujeres) implica hacer lo que esté a su alcance por reivindicar la dignidad de las víctimas y por prevenir las violencias basadas en género.
Un primer paso podría ser pedir perdón. Usted es una persona voluntariamente expuesta al público y que ha vivido de lo público. Pues bien, sea coherente y, en forma pública, pida perdón a sus víctimas y a todas las personas de su entorno que han sufrido por todo el daño que usted ha hecho.
Usted, que ha recibido aplausos por su trabajo, debe afrontar los abucheos que ahora merece por ser un maltratador de mujeres. Las violencias basadas en género, afortunadamente, ya no son un coto privado; más bien se trata de una violación de derechos humanos que nos importa a todos y a todas.
Ofrecer una disculpa sincera puede servir al proceso de curación y reparación para las personas que usted maltrato. Martínez, usted no es el protagonista; las protagonistas son las mujeres a las que usted hizo daño.
Sin embargo, no basta con que pida perdón. Hay quienes lo estimaban como un referente intelectual. Aproveche esa situación para decir, públicamente y con todas sus letras, que está muy mal lo que hizo.
¿Se arrepiente usted del daño que causó, Ibsen Martínez? En caso positivo, también dígalo. Y, en caso negativo, soporte los abucheos que, como el mío, arreciarán en su contra desde todas partes del mundo, en medio de la una dinámica comunicacional globalizada. No encontrará un lugar a donde escapar y esconderse.
Y si acepta difundir su arrepentimiento, eso tampoco es suficiente. Es necesario que usted, todos y todas, entendamos que el maltrato a las mujeres y, en general, las violencias basadas en género son problemas sistémicos y arraigados en nuestra sociedad. Es necesario tomar medidas concretas para prevenir la violencia de género, educar sobre el tema y trabajar activamente en la construcción de un mundo más seguro y equitativo para todas las personas.
Y en caso de que difunda su arrepentimiento, todavía sería necesario que usted haga más hasta lograr un verdadero acto de contrición. Le sugiero que se ponga a la orden de las organizaciones de promoción y defensa de los derechos de las mujeres para que su historia adquiera otro sentido y, por ejemplo, sirva para hacer más visible una situación que en algunos países es calificada como un problema de salud pública.
Otra cosa Martínez: ni usted ni nadie podría alegar que el daño que hizo es cosa del pasado. Las violencias basadas en género tienen secuelas que, en algunos casos, persisten durante toda la vida de las víctimas.
Martínez, en esta oportunidad lo que está planteado es la construcción colectiva de memoria en torno a las violencias basadas en género. Esta historia no la escribirá usted solo, como solía hacer. Por cierto, poco nos importa que se sienta y esté solo, “como un huevón”, por ser un maltratador de mujeres. Esta historia la construirán sus víctimas abrazadas con toda la sociedad civil que ha luchado y sigue luchando por erradicar el maltrato contra la mujer. Ellas a la vanguardia.
Para esta construcción colectiva de memoria, las víctimas y la sociedad (sin fronteras) exigen, legítimamente, verdad, justicia y reparación. Y la reparación integral incluye garantías de no repetición de violaciones de derechos humanos. Le queda mucho por hacer, Martínez.
Asumir su responsabilidad, Martínez pasa porque usted procure y facilite una genuina reparación de los daños sufridos por sus víctimas. Usted y todos los agresores deben comprender que deben rendir cuentas, mediante un proceso de administración de justicia ajustado a Derecho.
Porque no se trata de venganza, Martínez, sino de justicia: afronte la investigación de los hechos que ha confesado, acepte la sanción que le corresponda y, sobre todo, haga lo que le indiquen para reparar lo más integralmente posible a las víctimas.
El ostracismo al que parece someterse al confesar su pasado violento puede aligerar su propia carga, pero no aborda de manera adecuada el sufrimiento que infligió a otras personas. Es crucial que asuma la responsabilidad completa de sus acciones y se comprometa a trabajar activamente en la prevención de la violencia de género.
Le insto a reflexionar profundamente sobre el impacto de sus acciones pasadas y a tomar medidas concretas para contribuir a una sociedad más segura y equitativa para todas las personas. La violencia de género es una enfermedad social que solo puede curarse a través de la responsabilidad personal y la acción colectiva.
Espero sinceramente que pueda tomar las decisiones correctas y trabajar en la construcción de sociedades libres de violencias basadas en género.
Le insto, señor Martínez, a reflexionar serenamente sobre su papel en la promoción de la igualdad de género y en la prevención de la violencia contra las mujeres. La verdadera responsabilidad y el verdadero cambio requieren acciones concretas y un compromiso continuo.
Espero sinceramente que pueda aprovechar esta oportunidad para convertirse en un defensor activo de los derechos de las mujeres y trabajar para contribuir a una sociedad más justa y segura para todos.
Atentamente,
Jesús Ollarves Irazábal