Alfredo Maldonado: Mejor sola que mal acompañada

Alfredo Maldonado: Mejor sola que mal acompañada

No soy asesor de María Corina Machado ni persona a la cual ella deba consultar nada. No se si tiene o no consultores pero, en cualquier caso lo ha venido haciendo bien, creciendo en el interés y la fe de las masas nacionales. Incluyendo en la mia. Amigos y parientes han sido seguidores de Machado mucho tiempo, y han tratado de interesarme, aunque me he llenado de indiferencia y escepticismo desde antes, incluso, de la primera elección de Hugo Chávez. No creí en él, ni creo en militares gobernantes, como tampoco creí en aquél segundo e innoble gobierno de Rafael Caldera. Escepticismo que venía in crescendo desde que las masas venezolanas prefirieron la simpatía, las patillas y la energía de aquél Carlos Andrés Pérez antes que la honestidad y el conocimiento gerencial de Lorenzo Fernández.

Nunca creí en Chávez, aún menos cuando se abrazó con Fidel Castro y lo convirtió en su ejemplo a tratar de seguir. Castro, como su hermano, el médico argentino que resultó asesino e improvisado y la serie de corrompidos que se dejaron mandar por éllos, engañaron y aprovecharon a Chávez que era histrión pero ignorante, lo envolvieron, lo sedujeron porque Fidel Castro era más culto, inteligente y perverso. Muerto Chávez, Nicolás Maduro es sólo el producto de la misma escuela experimentada, la del castrismo cubano.

María Corina Machado es la primera política moderna venezolana desde que Raúl Leoni devolvió el poder en 1968. Para aquél entonces Acción Democrática era el partido predominante en todo el país, una disciplinada organización presente y activa en todo el territorio y todos los sectores del país.





Fue entonces cuando comenzó la decadencia, el político que pensaba más en si mismo que en la ideología y propuestas del partido y en los intereses reales del país, y como contrapartida creció el número de quienes se inscribían en los partidos porque los veían como trampolín del éxito y el bolsillo personales y como armas de poder por encima de los demás. Con alguna que otra excepción rápidamente decepcionada.

Se murieron los grandes ideólogos como Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Jóvito Villalba y fueron quedando a su aire los que estaban en los partidos sólo por motivos personales. Fue en el cuarto final del siglo XX cuando, además, los militares se alzaron siguiendo al vendedor de arañitas con sueños de jugador de béisbol que tenía maneras de militar pero no su preparación, y el pueblo, que en Venezuela demasiado tiempo pensó que los militares hacían mejor las cosas confundiendo a Pérez Jiménez con todos los uniformados, lo prefirió a un ejecutivo pensante aunque pedante que había hecho del estado Carabobo el mejor de Veneuela.

Comenzó también el lapso de tiempo cuando nacieron nuevos partidos que dijeron que eran diferentes, pero que en realidad siguieron de manera distinta a los partidos decadentes, organizaciones alrededor de figuras que ejercían de lideres como Primero Justicia, Voluntad Popular, Un Nuevo Tiempo y, por supuesto, el partido de aprovechadores que se pegaron a Hugo Chávez y lo ayudaron a hacer del castrismo hambriento de riqueza petrolera y de fama, cueva amable para ladrones.

Tras tan larga y patética historia Maria Corina Machado es la primera diferente, Es hija de familia de primer orden, familia de emprendedores y realizadores. Es mujer pero no abogada, divorciada y bonita pero no simple socialité, es ingeniero entrenada para construir sabiendo que lo que construya puede ser obra para la historia o caerle en la cabeza. Es mujer de criar hijos, madre responsable que no evade responsabilidades, las suma y responde por ellas.

No tengo la menor duda de que María Corina Machado es la figura que puede liderar no sólo el triunfo sobre el castromadurismo y el socialismo interpretado para beneficio de los Castro, sino de diseñar y conducir el cambio a fondo que necesitan los venezolanos.

La pregunta no es ella, sino con quién lo hará. Si admite intentar gobernar con los opositores que se le están pegando, todos profesionales de esa política egoísta y de corta visión que profundizó en Venezuela desde fines del siglo XX, la ahogarán, María Corina Machado se convertirá en sólo otro mandatario pero mujer.

Por eso nos preguntamos con quién le ganará al PSUV y especialmente con quien gobernará para cambiar el camino divagante e iluso de los venezolanos. Si escoge hombres y mujeres por sus capacidades profesionales y experiencia, si ejerce la meritocracia, pasará a la historia. Si hace sólo un Gobierno para entregar responsabilidades a los partidos viejos y menos viejos, será una más. Nada.