Los movimientos de migrantes venezolanos no se detendrán, de acuerdo con investigadores de este tema, porque aseguran que las condiciones que causan el éxodo como son la violación a los derechos humanos, la crisis humanitaria y la falta de oportunidades aún siguen vigentes en Venezuela. Piden a los países receptores garantizar las medidas internacionales apegadas a los DDHH y a los migrantes recomiendan no caer en informaciones falsas que pongan sus vidas en riesgo
La migración venezolana se calcula en 7,7 millones de personas de acuerdo con los últimos datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), pero puede ser mayor porque no existen controles formales para tener la cifra exacta. Es un movimiento que no se detiene porque los graves problemas que causan el éxodo en Venezuela siguen vigentes; pero en 2024 estos migrantes enfrentarán retos no solo en el camino para establecerse en algún país, sino otros como las deportaciones que tomaron más fuerza en los últimos meses y que se han acentuado, la reducción de oportunidades económicas en América Latina y la xenofobia.
Por Tal Cual
“Sin ninguna duda, la perspectiva de que se sigan generando situaciones de migración forzada sigue estando enfrente de nosotros por este año”, asegura Carlos Lusverti, investigador de temas de migración del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Católica Andrés Bellos (UCAB).
Expone que Venezuela sigue siendo un país en crisis, demostrado por los números económicos y sociales y reitera que «hasta que no se corrijan las causas que impulsan la migración forzada y masiva, esta no se va a detener».
Los venezolanos fueron los que más cruzaron por la selva del Darién el año pasado tratando de llegar a los Estados Unidos y Canadá, con 63% del total de migrantes que tomaron esta peligrosa ruta: específicamente fueron 328.667.
La deportación fue una de las medidas que se impulsó en 2023 y que se ha extendido por diversos países como EEUU, Chile, Islandia, México, Luxemburgo y Alemania que comenzaron a devolver a los venezolanos a su tierra. Es una medida que se estima se mantenga este año, pero ¿cómo puede afectar a estos ciudadanos?, ¿cuáles otros retos deberán enfrentar estos migrantes?
La investigadora de temas migratorios María Gabriela Trompetero sostiene que, en un primer momento, “de aumentar las deportaciones, es posible que veamos una disminución de los flujos migratorios de personas venezolanas” y recuerda que así sucedió en octubre de 2022 cuando Estados Unidos inició devoluciones de venezolanos a México y con las deportaciones que comenzaron en octubre del año pasado directas de EEUU a Venezuela; no obstante, agrega que “de continuar la crisis humanitaria, política, económica e institucional en Venezuela, la migración forzada continuará, aún más si no se concreta un cambio político en 2024?.
Sobre las deportaciones, Lusverti explica que muchas veces los países toman estas decisiones por las presiones, como puede ser el caso de México y EEUU. Con este aspecto coincide Trompetero, quien señala que algunos países desestiman las recomendaciones de las organizaciones internacionales de no deportar a los venezolanos porque “existen presiones políticas por parte de algunos sectores que instrumentalizan a los migrantes como el perfecto chivo expiatorio para responsabilizarlos de los problemas económicos y de seguridad pública (en el país de acogida)”.
También existen gobiernos que inician las deportaciones porque “consideran que de este modo se reducen las motivaciones de las personas migrantes para ir a sus países”, añade María Gabriela Trompetero.
Ambos investigadores del tema migratorio explican que la deportación a Venezuela o a otro país conlleva riesgos de violaciones a derechos humanos, explotación laboral, trata de personas, violencia basada en género, esclavitud moderna, entre otros, que en muchos casos terminan beneficiando a grupos criminales que se aprovechan de las necesidades de los migrantes y su vulnerabilidad para estafarlos y ofrecerles (por altas sumas de dinero) llevarlos por rutas más peligrosas hacia Estados Unidos, donde los caminantes pueden perder la vida o quedar como desaparecidos sin saber con exactitud qué les sucedió, como es el caso de las decenas de migrantes desaparecidos tras tomar una ruta marítima desde la isla de San Andrés, en Colombia, para evitar el paso por el Darién —venezolanos y de otras nacionalidades—.
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