La Torre Eiffel diseñada por Gustave Eiffel, símbolo francés conocido mundialmente, solo iba a vestir la ciudad parisina para la Exposición Universal de París celebrada el año 1889.
Por: Clarín
Pero no le gustaba a los habitantes de la ciudad. Era un enorme monstruo metálico que con sus más de 300 metros de altura hacía sombra al Sena y a la ciudad de las luces.
Sin embargo, el monumento no era visto así desde fuera del país franco. Londres observaba al gigante de metal y percibía que no era solo una torre de hierro, sino que en poco tiempo se convertiría en un símbolo único.
A finales del siglo XIX París se esbozaba como la capital del mundo: la política, la filosofía y el arte se aunaban allí.
Si París tenía una ¿por qué Londres no?
Londres se vio ensombrecida por aquello y más aún tras la construcción de la Torre Eiffel. Por ello se propuso la construcción de su propia Torre, buscando así atraer las miradas del mundo que no le quitaban ojo a la ciudad parisina, según cuenta Chaz Hutton en su Twitter.
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