“El libro de instrucciones que vino con la computadora describía cómo trazar trayectorias y formas que rebotaban, para la investigación. Entonces pensé: ‘Caramba, esto sería un buen juego’. Me tomó cuatro horas diseñar uno y un técnico demoró un par de semanas para armarlo… Todos hacían cola para jugar. La verdad es que el juego me pareció algo obvio, ni se me ocurrió patentarlo”, contó en 1982 el físico estadounidense William Alfred Higinbotham, cuando una revista especializada lo buscó para preguntarle por un invento suyo de 1958 que era casi un mito, “Tennis for two”, el primer videojuego electrónico de la historia.
Por infobae.com
Después de esa entrevista, el serio profesor Higinbotham pasó a ser conocido de la noche a la mañana “el padre de los videojuegos”, un apelativo que no le disgustó, porque hasta entonces, fuera del ámbito estrictamente científico, se lo recordaba por haber contribuido decisivamente a la creación del arma letal más poderosa de la historia, “Little boy”, la bomba atómica que destruyó Hiroshima.
Comprobar el poder destructivo de la bomba cambió radicalmente la vida de Higinbotham, que se convirtió en un convencido activista antinuclear y puso sus conocimientos y su inteligencia al servicio de desarrollos con fines pacíficos.
También, en el Laboratorio Nacional de Brookhaven, donde fue a trabajar después de la guerra, Higinbotham se transformó en un entusiasta divulgador de la ciencia. Consideraba que las demostraciones que se hacían para hacer conocer los nuevos desarrollos al público eran muy aburridas y comenzó a buscar maneras de hacerlas más atractivas.
Ese interés y la llegada de una nueva computadora analógica al laboratorio surgió “Tennis for two”, aquel primer juego que simulaba un partido de ese deporte y que muchos confunden con otro similar, el “Pong”, desarrollado muchos años después.
Un radar para la bomba
William -Willy, como se lo llamó durante toda su vida- Higinbotham nació el 25 de octubre de 1910 en Bridgeport, Connecticut, y creció en Caledonia, Nueva York.
Se graduó en el Williams College en 1932 y luego fue a la escuela de posgrado en física en la Universidad de Cornell. Allí, como estudiante de posgrado, trabajó como técnico electrónico.
Se destacaba por tener una habilidad innata para el cálculo y para la comprensión de complicados teoremas físicos, pero también para volcar esos conocimientos teóricos al campo aplicado.
En 1941, se unió al Laboratorio de Radiación del Instituto de Tecnología de Massachusetts, el prestigioso MIT, donde trabajó en pantallas de tubos de rayos catódicos para sistemas de radar, y haciendo eso entró precisamente en el radar del complejo militar industrial estadounidense, que lo convocó para unirse a un grupo ultrasecreto que trabajaba en Los Álamos en el desarrollo de una bomba atómica.
Llegó al Proyecto Manhattan -como se lo llamaba- en 1943 y lo pusieron a cargo del grupo encargado de desarrollar los componentes electrónicos del proyecto. Su equipo creó el mecanismo de encendido de la bomba, así como los instrumentos de medición para el dispositivo. También desarrolló la pantalla de radar para el bombardero experimental B-28.
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