¿Así que pasaste el fin de semana atendiendo pendientes o despejando tu mente con una caminata, pero ahora lunes sufres de dolor de rodillas? Y lo peor del caso es que apenas tienes 30 años.
Por GQ
Si has notado esto cada vez más, no es tu imaginación: a medida que pasas a la tercera década de tu vida y más allá, los cambios en tu cuerpo y estilo de vida hacen que tus articulaciones sean más propensas a ese tipo de molestias. De hecho, al entrar en la “mitad desordenada” de la vida, “es raro si no tienes algo de dolor de rodillas”, según Joe Malizia, fisioterapeuta en HSS Sports Rehabilitation and Performance West Side en Nueva York. Sin embargo, esto no significa que sea inevitable. Unos pocos afortunados llegan a sus 90 años sin evidencia de artritis u otros problemas de rodilla, afirma Nikkole Haines, cirujana ortopédica y profesora asistente en Penn State Bone and Joint Institute.
Si bien algunos de los factores de riesgo para el dolor en las articulaciones son genéticos, sistémicos o de otra manera fuera de tu control, aún puedes hacer mucho para prevenir los tipos de problemas que surgen con la edad y manejarlos cuando ocurren. Aquí te decimos cómo diferenciar entre un poco de rigidez e hinchazón relacionada con la edad y algo más serio, además de qué hacer al respecto.
Es de esperar que despiertes con cierto dolor de rodillas después de hacer sentadillas pesadas, caminar por un sendero de difícil acceso o subir los 55 pisos de la Torre Mayor de la Ciudad de México. Pero cuando la incomodidad comienza a surgir de, bueno, una actividad regular simple, eso puede hacerte realmente preguntarte qué está pasando.
Todo se reduce a cambios en los tejidos en y alrededor de la rodilla. Esto puede comenzar décadas antes de la osteoartritis, una condición que ocurre cuando el cartílago dentro de tus articulaciones se desgasta con el tiempo, lo cual tiende a ocurrir alrededor de los 50 y 60 años.
La masa muscular disminuye aproximadamente entre tres y ocho por ciento por década a partir de los 30, y su calidad también comienza a cambiar, dice el doctor Malizia. “Cuando somos jóvenes, el músculo es como un buen filete mignon; es flexible, se mueve muy bien”, dice, lo cual ayuda a sostener y mover la articulación de la rodilla. Pero con el paso de los años, tus músculos tienden a perder flexibilidad, lo que puede traducirse en una presión adicional en la articulación, incluso durante actividades cotidianas.
Leer más en GQ