Los secretos que esconden obras de arte incautadas durante la guerra civil española

Los secretos que esconden obras de arte incautadas durante la guerra civil española

Anverso y reverso de la copia del retrato de Rafael incautada

 

En 1934, durante la Revolución de Octubre, la Universidad de Oviedo quedó reducida a ruinas. El fuego destruyó todo su patrimonio: biblioteca, archivo, colección de pinturas y material de enseñanza. Retomar la docencia y la vida académica supuso un enorme esfuerzo que se inició con la reconstrucción del edificio, truncada de nuevo por el estallido de la Guerra Civil.

Por infobae.com

Finalizada la contienda, y retomando una actividad universitaria rutinaria, el claustro consideró necesario amueblar y decorar salas y despachos. Precisamente en este contexto llegaron un total de 19 pinturas procedentes de los depósitos que, durante la Guerra, había habilitado la Junta de Incautación y Protección del Patrimonio Artístico. Este organismo fue creado por el gobierno de la República en 1936 para salvaguardar el patrimonio cultural durante el tiempo que durase el conflicto.

Así, a principios de 1942 la Universidad acogió estas obras enviadas por la Comisaría General del Patrimonio Artístico Nacional, el organismo franquista encargado de la gestión de las miles de pinturas que se encontraban en los almacenes de arte al finalizar la Guerra. Para sacarlas de allí era habitual la concesión de las que no habían sido reclamadas por sus legítimos propietarios, bien a la Iglesia, a museos o a centros oficiales. Este fue el caso de la Universidad de Oviedo. La mayor parte del lote estaba formado por retratos, que se colocaron en las distintas salas y despachos, donde permanecen hasta nuestros días.

Esta es la historia que conocemos sobre esos lienzos. Su vida previa sigue siendo un misterio.

Un trabajo detectivesco

A la hora de investigar el pasado de estas obras encontramos algunas dificultades. La primera: la información sumamente escueta de las descripciones del recibo de entrega. Estos indicaban, por ejemplo, “Retrato de caballero” en los retratos masculinos, “… de señora” en los femeninos, y poco más.

Pero también aparecía un número al lado de cada obra. Y precisamente estas numeraciones fueron la clave para localizar fotografías antiguas y datos más precisos en el archivo del Instituto de Patrimonio Cultural de España.

Una segunda fuente de información fue la pegatina que, durante la Guerra, la Junta de Incautación había colocado en la parte de atrás de los lienzos. En ella se incluían datos relevantes, como por ejemplo las organizaciones que habían incautado la obra a sus propietarios. Entre ellas encontramos la Agrupación Socialista Madrileña, la Confederación Nacional de Trabajadores (CNT), la Caja de Reparaciones, la Dirección de Seguridad y la Junta de Incautación. La mala noticia es que no todos los lienzos llevaban esta etiqueta.

Por último, gracias a la colaboración y a las investigaciones llevadas a cabo por el profesor Arturo Colorado y la Universidad de Oviedo, a día de hoy prácticamente toda la información que existe sobre las obras está localizada.

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