Durante algunas semanas en octubre de 2022, la Casa Blanca se vio consumida por una crisis cuya profundidad no fue reconocida públicamente en ese momento. Fue un vistazo de lo que parecía una nueva era aterradora.
Por Clarín
El presidente Joe Biden estaba de pie en una casa del Upper East Side propiedad del empresario James Murdoch, el vástago rebelde del imperio mediático, rodeado de demócratas liberales de Nueva York que habían pagado generosamente para escuchar conversaciones optimistas sobre la agenda gubernamental para los próximos años.
Era el 6 de octubre de 2022, pero lo que escucharon esa noche fue un mensaje inquietante que, aunque Biden no lo dijo, procedía directamente de comunicaciones interceptadas altamente clasificadas sobre las que había sido informado recientemente, sugiriendo que las amenazas del autócrata Vladimir Putin de utilizar el arma nuclear contra Ucrania se había convertido en un plan operativo.
“Es la primera vez desde la crisis de los misiles cubanos”, dijo el presidente, mientras se reunían en medio de la colección de arte de Murdoch. “Tenemos una amenaza directa del uso de un arma nuclear si de hecho las cosas continúan por el camino que están siguiendo”.
La gravedad de su tono comenzó a asimilarse: el presidente estaba hablando de la perspectiva del primer uso de un arma nuclear en tiempos de guerra desde Hiroshima y Nagasaki. No en algún vago momento del futuro. Se refería a las próximas semanas.
Para seguir leyendo, clic AQUÍ.