Klinsman Torres es un migrante venezolano que actualmente vive y trabaja en el área metropolitana de Atlanta. Cruzó ilegalmente la frontera entre Estados Unidos y México en agosto de 2022, apenas unas semanas antes de que su compatriota José Antonio Ibarra hiciera lo mismo, según el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos.
Por The Atlanta Journal-Constitution
El 23 de febrero, Ibarra se convirtió en una figura conocida a nivel nacional, luego de ser acusado de secuestrar y asesinar a una estudiante de enfermería de la Universidad de Georgia que había salido a correr. Laken Riley, la víctima, tenía 22 años. Se cree que su muerte es el primer homicidio en el campus en casi 30 años.
Torres dice que el asesinato de Atenas (y la atención que ha puesto en la política fronteriza) ha cobrado gran importancia en las conversaciones recientes con otros venezolanos residentes en Georgia. Les preocupa que la retórica incendiaria en torno a los inmigrantes y la inmigración pueda revertir los avances que han logrado como trabajadores de bajos ingresos en la economía local.
“Hay mucha incertidumbre sobre lo que sucederá en el corto plazo”, dijo Torres. Pero “no creo que esto vaya a terminar bien para nosotros”.
La inmigración ya era un importante punto de fricción en el discurso nacional cuando el asesinato de Riley provocó ondas de dolor en Atenas y más allá. Los informes sobre cifras récord de cruces fronterizos ilegales desde 2021 han galvanizado a los líderes republicanos y han llevado a los demócratas a adoptar proyectos de ley estrictos para hacer cumplir la ley. El martes, nuevos datos de una encuesta de Gallup encontraron que los estadounidenses consideran la inmigración el problema más importante del país.
La muerte de Riley a manos supuestas de Ibarra ha aumentado la tensión. En las redes sociales, el expresidente Donald J. Trump llamó al ciudadano venezolano un “monstruo” y culpó a la administración Biden por una “invasión” migratoria que está “matando a nuestros ciudadanos”. Recién enviado más tropas de la Guardia Nacional de Georgia a la frontera sur, el gobernador Brian Kemp también vinculó el derramamiento de sangre en la UGA con la política federal de inmigración y calificó el asesinato de “imperdonable y evitable”.
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