En su afán por mantenerse aferrados al control absoluto, el madurismo ha desatado una nueva ola represiva con la detención de Henry Alviarez, Dignora Hernández y una lista de perseguidos de Vente que busca sembrar el miedo y la desesperanza en la población. El uso desmedido de la fuerza, la persecución política y la censura se han convertido en las armas preferidas de un régimen acorralado que no duda en recurrir al abuso de poder para intentar sofocar la voluntad popular.
Sin embargo, es evidente que el madurismo no resiste el asedio democrático. Cada vez más aislados y sin respaldo popular, los dirigentes del régimen pierden los cabales y muestran su verdadera cara autoritaria. La represión solo evidencia su debilidad y su falta de legitimidad, alimentando así el rechazo y la resistencia de un pueblo que anhela vivir en libertad.
Ante la creciente presión interna e internacional, el madurismo parece estar llegando a su límite. Y pudiera ir incluso directamente contra la señora Machado. La unidad de las fuerzas democráticas y el apoyo de la comunidad internacional son clave para acelerar el fin del régimen totalitario que ha sumido a Venezuela en la miseria y la opresión. Es momento de mantener la firmeza y la determinación en la lucha por la libertad y la democracia, pues solo así podremos superar la locura y el despotismo que pretenden imponernos.