En un rincón pintoresco de Pasadena, California, el aroma tentador del café y chocolate venezolano se mezclan con el coraje de una empresaria exitosa. Amara Barroeta, se enfrentó a una serie de hechos desafortunados que la obligaron a abandonar su país natal y la impulsaron a probar suerte en Estados Unidos. Junto a su esposo, Alexander Strunbinger, transformó los desafíos en oportunidades para construir un prestigioso restaurante que lleva su nombre.
Su paso por el escenario del Miss Venezuela, los estudios de ingeniería química, y una destacada trayectoria en medios de comunicación la prepararon para crear una propuesta culinaria que se distingue entre las mejores en la Ciudad de las Rosas y sus diversos reconocimientos lo confirman. En un relato inspirador repleto de puro sabor criollo, la visionaria detrás de “Amara Café” reveló a La Patilla cómo logró reinventarse y conquistar nuevos horizontes.
Por: Elizabeth Gutiérrez | lapatilla.com
Amara, en compañía de su esposo Alexander, un traumatólogo de profesión, son los creadores de Amara Café, un proyecto audaz y delicioso que nació en el corazón de una de las ciudades más emblemáticas de California: Pasadena.
Pero antes de establecerse en tierras norteamericanas, Amara y Alexander tenían una trayectoria distinta en Venezuela. La criolla, además de ser ingeniera química egresada de la Universidad Metropolitana, brilló en el mundo del entretenimiento, al ser primera finalista en el Miss Venezuela durante 2002 y animó programas de televisión como “Lo Actual” y “Cine Express” en Televen.
“Me encantaba lo que hacía, pero nadie sabe lo que le depara el destino”, reflexionó Barroeta sobre el giro que cambiaría el rumbo de su vida. La decisión de migrar a Estados Unidos hace 14 años no fue tarea sencilla. La inseguridad y la incertidumbre se cernían sobre ellos en Venezuela.
“Mi esposo y yo habíamos sido desafortunadamente víctimas del hampa en varias oportunidades y teníamos un sentimiento de que bueno, aparte de preocupación, sentíamos que si tu vida no tiene valor, no importa lo que estés haciendo”, confesó Amara, tras recordar las múltiples veces que estuvo en peligro. Por ello, se armó de valentía y determinación, para embarcarse en una nueva aventura, inicialmente con la intención de estudiar y luego regresar a Venezuela.
El aroma de un sueño
Sin embargo, el destino tenía otros planes. Amara se matriculó en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) para cursar un máster en Mercadeo, y mientras tanto, surgió la semilla de lo que se convertiría en Amara Café.
“La verdad mi esposo y yo teníamos la idea de abrir algo como Amara en Caracas, ese era nuestro sueño”, admitió Barroeta. Pero los obstáculos en su tierra natal les hicieron replantearse su proyecto, y así surgió la idea de llevar el sabor venezolano a California.
“Sentíamos que las cosas seguían deteriorándose en Venezuela y este proyecto que teníamos de Amara Café decidimos empezarlo aquí en Los Ángeles y fue una gran aventura”, agregó.
Con tenacidad y pasión, Amara y Alexander materializaron su visión. La transición no fue fácil; adaptar las recetas de la cocina venezolana a los ingredientes disponibles en Estados Unidos fue todo un desafío. “No es que hayamos perdido el tiempo con lo que hicimos en Venezuela estandarizando ciertas recetas que queríamos presentar en el menú que teníamos en mente, pero hubo que empezar a trabajar otra vez”, explicó la joven de los Altos Mirandinos, al destacar el esfuerzo detrás de cada sabor único que ofrecen sus platillos.
Aunque los retos que enfrentó Amara al iniciar este camino no se quedaron solamente allí. Para ella, la falta de una red de apoyo cercana también fue un obstáculo que se suele subestimar con frecuencia.
“No tenemos realmente una comunidad aquí y la gente a veces no tiene idea de lo importante que es esa parte, porque digo que si tú estás en Caracas o donde sea que vivas y abres un café o una tienda de ropa o lo que sea, haces un emprendimiento, tu papá, mamá, amigos, la gente con la que estudiaste, esa red de personas con las que te comunicas en algún momento pasarán aunque sea a tomarse un cafecito, pero cuando estás en una ciudad especialmente tan grande como Los Ángeles donde no conoces a nadie y empiezas un negocio de cero no pasa”.
El anonimato y la competencia feroz en Los Ángeles presentan un escenario intimidante para los novatos. Las estadísticas parecen no mentir: el emprendimiento más fallido en Estados Unidos y en las grandes ciudades, es abrir un restaurante, según constató Amara. No obstante, el espíritu entusiasta de esta venezolana y su visión clara la llevaron a superar incluso los momentos más oscuros.
El mejor de Pasadena
El sueño inicial de Amara, protagonizado por los aromas tentadores de arepas y cachapas, pronto se encontró con la realidad cruda de limitaciones financieras. Ante la escasez de recursos, tuvo que reajustar su enfoque y simplificar su propuesta gastronómica. Sin embargo, la calidad nunca fue comprometida; de hecho, se convirtió en el pilar de su éxito. En un mercado saturado de cafeterías, esta ingeniera se destacó al enfocarse en la excelencia del café, al prestar una meticulosa atención al detalle.
“Me dediqué a aprender sobre café, me dediqué a enfocarnos en la calidad y eso nos hizo un nombre, nos abrió la puerta a la comunidad”, mencionó.
Los logros de Amara no pasaron desapercibidos. Su dedicación incansable y la calidad de su producto le valieron múltiples reconocimientos, desde el prestigioso galardón como “Mejor Cafetería Independiente” en el “Best of Pasadena” del semanario Pasadena Weekly hasta el honor de ser nombrados entre los mejores lugares para disfrutar de un desayuno por el periódico más importante de la costa oeste de Estados Unidos, Los Ángeles Times.
Además, su exquisito chocolate caliente, el “Gran Criollo”, ganó elogios en una competición en Alemania, lo que consolidó aún más la reputación de excelencia de Amara Café.
“Esto ha sido un gran galardón porque la verdad es que ahí sí van chocolates como Ghirardelli, digamos Valrhona que es es una compañía francesa, todo lo que te puedas imaginar lo mandan a sus premios y salir ganadores de esa categoría fue increíble”.
Más allá de los trofeos y los titulares, el verdadero tesoro de Barroeta radica en la comunidad que ha cultivado. Doce años de fidelidad inquebrantable convierten a Amara Café en un punto de encuentro querido por locales y foráneos por igual. La visión de ver crecer a sus clientes, desde niños hasta jóvenes universitarios, es la mayor recompensa para esta criolla, quien ve en cada taza de café una conexión con la gente.
“Nos sentimos súper orgullosos de que vemos clientes y gente conocida que sigue viniendo (…) eso es una gran satisfacción”, detalló.
Un tueste secreto
La receta detrás del éxito sostenido de Amara Café, según Barroeta, radica en dos pilares fundamentales: la identidad venezolana y un compromiso inigualable con la calidad y la experiencia del cliente.
“Nos hemos enfocado en las fortalezas únicas de los venezolanos: la amabilidad y la capacidad de conectar genuinamente con las personas”, señaló.
En una ciudad donde la comunidad venezolana está más dispersa que otras como Miami o Nueva York, Amara Café ofrece ese néctar oscuro que da energía en las mañanas y al mismo tiempo brinda una experiencia humana auténtica, donde cada comensal es valorado como un amigo.
“La gente hace un hábito de ir a un sitio a agarrar su café y luego marcharse al trabajo, pero nosotros justamente hemos creado un tercer punto de contacto aparte del hábito y de que te guste el producto, que es tener una relación en donde la gente sabe que tú los ves como una persona y no nada más como un cliente”.
Asimismo, la calidad y la consistencia también son valores incuestionables en la filosofía de Amara Café. Desde el primer día, esta empresaria se ha dedicado en asegurar que cada taza de café y cada platillo sean una experiencia sensorial única. Este compromiso demanda un esfuerzo constante y una meticulosa atención a los detalles, un testimonio del arduo trabajo y la dedicación que los impulsa a ser mejores.
En un mundo donde la diversidad de gustos y preferencias es infinita, el secreto para un buen café es saber escuchar al cliente y ofrecer una experiencia a medida, utilizando ingredientes de la más alta calidad. Así lo hizo saber Amara, quien además mantiene la autenticidad de los sabores venezolanos en un entorno culinario diverso donde combina la tradición con la innovación, sin abandonar el respeto por las raíces de nuestra tierra.
“Soy muy inclinada a la innovación y es porque en los últimos años que estuve en Venezuela ha habido un movimiento, diría que por los últimos 15 o 20 años de elevar la cocina venezolana, y cuando me formé en Venezuela, en esa parte culinaria, esa fue una de las cosas que aprendí. Es decir, la presentación de un plato, también jugar con nuevos sabores, eso no hace a la comida venezolana menos tradicional o menos venezolana, entonces justamente enfatizar que para que algo sea venezolano no tiene que ser necesariamente como lo hacían nuestras abuelitas”, enfatizó.
Entre lo suculento y lo innovador
Desde platos tradicionales como la carne mechada hasta creaciones suculentas como la cachapa mediterránea, una delicia servida como una pizza con un toque de pesto, salami, chorizo español, prosciutto, y burrata; Amara Café celebra la riqueza culinaria de Venezuela en un contexto global.
“¿Es eso menos venezolano que una cachapa con queso de mano? Habrá gente que considere que sí, pero nosotros sentimos que no, que es parte de una cosa nueva que estamos creando y eso es algo que también creo que es súper importante. La gente cree que la comida venezolana se detuvo cuando creamos la hallaca, ¿por qué pensar que los platos venezolanos que hemos creado o que son parte de nuestro argot son los únicos que son venezolanos?”, cuestionó Amara.
La variedad abrumadora en el menú de Amara Café refleja el arduo trabajo y la dedicación de Barroeta por ofrecer lo mejor de la gastronomía venezolana. “Tenemos un plato súper rico que se llama Maracaibo, que son unos tostones coronados con carne, pollo y puerco y lo servimos con unos plátanos fritos al lado y sus caraoticas, súper rico”, compartió con emoción en su voz.
En este encantador restaurante se puede encontrar un menú de café, aunque se especializan en elaborar mocas. El chocolate caliente es una delicia que cautiva cada vez más a los comensales y Amara aseguró que los churros son los favoritos de la casa. “Los hacemos frescos con la receta de mi abuelita, y son crocantes y suavecitos por dentro. Los servimos con diferentes salsas como dulce de leche, chocolate, nutella o una salsa de guayaba increíble”.
Y en la lista de los exquisitos platos, la chef venezolana no dudó en mencionar la cachapa, un manjar que ha sido toda una odisea perfeccionar en tierras extranjeras. “El maíz en Estados Unidos es completamente diferente al de Venezuela (…) finalmente conseguí un proveedor de maíz fresco que tiene la calidad que necesitamos para las cachapas”, reveló con satisfacción. “La gente las ama en todas sus formas”.
Desde las empanadas de cazón, la popular arepa de pabellón, los auténticos cachitos, el tradicional asado negro, hasta los típicos golfeados, cada creación de Amara Café es una celebración de la identidad venezolana y su toque de sazón especial es un punto de encuentro excepcional para los amantes de la buena comida.
Para disfrutar de este festín de sabores puedes visitarlos en 55 S Raymond Ave, Pasadena, California o también tienes la opción de realizar tu pedido a través de las plataformas de Uber Eats o Doordash.
Grano a grano
En el momento en que Amara puso un pie en Pasadena, supo que su misión, además de servir excelentes tazas de café, era construir un espacio donde la comunidad se sintiera verdaderamente en casa.
“No era solamente tomar su orden de café y saber cómo les gusta, sino saber su nombre, ese fue el primer paso”, declaró. Paralelamente, la clave de Amara radica en su compromiso con la comunidad. “Entender cuáles son las necesidades de nuestra gente aquí en Pasadena y ayudar. Esa es la manera en que uno hace una comunidad, en mi opinión, involucrarse”, explicó con convicción.
Participar en eventos locales y ser voluntaria, con la donación de alimentos y recursos a escuelas y comunidades latinas de menos recursos fue solo el principio para demostrar que el verdadero éxito también se mide en el impacto positivo que generamos en nuestro entorno.
Más allá de la distancia geográfica, Amara logró mantener una conexión con su amada Venezuela en términos de inspiración y a su vez, a través de productos que capturan la esencia misma de su tierra natal. “Venezuela me dio todo lo que soy”, dijo.
Aunque hay una brecha que la separa, los lazos familiares y la comunidad culinaria venezolana en California mantienen viva esa llama caribeña. Por ello, expresó su deseo de que el café se convierta en un elemento distintivo de la comunidad local de Pasadena, aunque sus ambiciones van más allá de las fronteras de esta ciudad californiana.
“Amara Café espera continuar en esta comunidad de Pasadena, siendo un elemento diferenciador (..) Pero también quisiéramos abrir otros locales”. Con una visión clara, la emprendedora explora nuevas oportunidades de inversión, siempre con el objetivo de promover la diversidad y la calidad en la experiencia gastronómica.
Uno de los productos estrella de Amara Café es su exquisito chocolate caliente, una delicia que ha conquistado paladares más allá de los límites de su localidad. Con entusiasmo, esta joven criolla compartió sus planes de promover este producto en otros cafés para difundir los sabores venezolanos por todo Estados Unidos.
No obstante, el sueño de Barroeta es un anhelo de conexión, de compartir la riqueza de la cultura criolla con el mundo. “Participar en muchos más eventos culinarios”, dice, “donde la gente continúe conociéndonos”. Su objetivo, más que vender productos, es transmitir la calidez y la calidad humana que nos caracteriza.