En la naturaleza, existe un sonido que trasciende tiempo y espacio, es el eco del alma que resuena en los rincones más profundos del ser humano. En el silencio de la noche, entre sombras que bailotean al compás del viento, a plena luz del día, repica un fenómeno acústico que traspasa las fronteras. Un grito desgarrador, ¡auxilio por favor!, es un lamento que emerge desde lo recóndito; dolencia que lastima el espíritu y sacude corazones. Expresión visceral de sufrimiento, impotencia, desesperanza y anhelo. Manifestación pura de angustia y soledad, es la revelación más cruda del alma.
Ignorarlo es imposible, está arraigado en ser humano. Término exento de inmoralidades de la humanidad compartida, una llamada de auxilio que trasciende las barreras del idioma, la cultura y geografía. Es la capacidad de sentir, amar, sufrir y buscar esperanza en medio de la desolación. Y, cuando se escucha, la respuesta es la empatía, compasión, apoyo y consuelo. La indiferencia es indolencia. En el grito desgarrador, ¡auxilio por favor! auscultamos la esencia misma del vínculo humano.
¿Quién no ha sentido el impulso irresistible de un grito al infinito con el deseo de liberarse? Es, en ese instante efímero cuando se destrozan los grilletes que atan a la opresión, tristeza, miedo e incertidumbre. Un intento desesperado por encontrar la salida al laberinto de emociones que nos consume. Sin embargo, lo que yace en lo profundo, es la evidencia de sentir con intensidad, amar con fervor, luchar con valentía, en aviso, que, en momentos oscuros encontramos luz y esperanza.
Irrumpe la realidad zarandeando la fragilidad de las emociones y vastedad de aflicción. No es solo el sonido de la voz, sino el eco de la experiencia no expresada; el tormento interno de sueños y corazones destrozados. Nace del indescifrable sufrimiento, pero también de la esperanza. Ruega un resquicio de luminiscencia en medio de la penumbra, es la fuerza que impulsa seguir cuando todo parece perdido. Es de aquellos que se niegan a rendirse y continúan luchando por libertad y democracia.
Un grito desgarrador aparece en la pérdida de un ser querido, la angustia de la indefensión, la protesta por aquellos que sufren injusticias e iniquidades. Surge del aislamiento abrumador, en la oscuridad de la depresión o la desesperación por hambre y enfermedad. También están, los atrapados en el susurro de los ahogados en el malestar, los atormentados prisioneros y las víctimas de la desesperanza. Son expresiones de quienes soportan en silencio disimulando heridas y los solitarios en medio de la multitud. Clamores de los que opinan extraviada la fe, se resignan en la penumbra, vencidos por la adversidad.
En ese torbellino de emociones, tropezamos con el desconsuelo de un esfuerzo que clama una oportunidad; los que se aferran a un hilo de esperanza y ruegan por una señal de ser como antes. De quienes se enfrentan al abismo del desierto escudriñando un puerto seguro donde refugiar su alma magullada.
Venezuela grita por libertad y democracia, pero se perdieron las instituciones e infringen Derechos Humanos. Poco importa la comunidad internacional, solo atañe continuar, consientes que, será difícil burlar la justicia.
Abracemos la humanidad con júbilo y desolaciones, luces y sombras, valientes y auténticos en nuestras emociones. Porque solo al enfrentar el grito intenso ¡auxilio por favor! con valor, encontraremos el auténtico significado de la vida humana. Expresión íntima y genuina, eco de alegrías y tristezas, triunfos y derrotas, pasiones y miedos. Es prueba irrefutable de que estamos vivos, que sentimos y sufrimos con intensidad. Porque, en ese grito ¡auxilio por favor! se encuentra la esencia de lo que significa ser humano: vulnerable, imperfecto, pero infinitamente valiente.
@ArmandoMartini