Si pensamos en la Pascua es probable que, más allá del significado religioso que tiene esta festividad para los cristianos, el primer pensamiento que nos viene a la cabeza sean los huevos de chocolate que se regalan en esta ocasión. El huevo de Pascua es un manjar recubierto de papel colorido y brillante y, a menudo, acompañado de regalos y sorpresas guardados en el interior o aplicados en el exterior, para hacer sonreír a grandes y pequeños.
Por Infobae
El simbolismo del huevo es uno de los más antiguos que se conocen y unió a innumerables culturas y religiones desde el principio de los tiempos. Como suele ocurrir, el cristianismo sólo tomó este símbolo, lo despojó de todas las variaciones paganas y lo volvió a proponer en clave cristiana.
Para los cristianos, el huevo se convierte en un símbolo de Cristo resucitado de la muerte y saliendo de la tumba haciendo rodar la piedra, que en su forma se asemeja precisamente a un huevo. Además, el huevo, aparentemente inerte e inanimado, guarda una nueva vida en su interior. Este doble simbolismo, de la piedra del sepulcro de Jesús y de la vida escondida lista para abrirse, hace del huevo el símbolo de la Resurrección, la vida y la salvación representada por Cristo, esperanza para todo hombre. Por tanto, no es casualidad que el huevo haya sido adoptado por muchos artistas como protagonista de sus obras.
Partimos del significado del huevo en el cristianismo, pero sin duda sería interesante retroceder un poco y descubrir qué representa en la antigüedad este objeto tan particular y único, cómo fue evolucionando a lo largo del tiempo y a través de las tradiciones culturales, hasta llegar a nosotros.
El simbolismo del huevo tiene orígenes muy antiguos. Muchas civilizaciones han identificado allí el origen mismo del mundo. El huevo cósmico, o huevo del mundo, era considerado por los antiguos como un núcleo vital y energético flotando en la nada, en el caos primordial. En conclusión, generaría el cosmos tal como lo conocemos.
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