La conocen como “Tu maestra a domicilio”, se llama Fátima Cañadas @tumaestraadomicilio es madre, esposa y especialista en educación especial. En #SoyVenezolano le cuenta a @nandasalas el duro camino recorrido para recomenzar en El Salvador, país que la recibió, junto a toda su familia, en el 2018.
“Al principio me quebraba de manera inmediata. No podía entender cómo de un día para otro, todo te cambia. Cuando emigras no tienes ni siquiera tiempo para llorar, no puedes meterte en la ducha y sentarte ahí a desahogarte porque necesitas salir adelante y el tiempo te lleva corriendo”.
Cuenta que se fue a ese país buscando el cariño familiar de sus padres, sin imaginar lo difícil que sería comenzar de nuevo.
“Yo soy hija de padres salvadoreños, ellos hicieron vida en Venezuela, vivieron más de 25 años allá y a la hora de seleccionar a qué país nos íbamos a ir, esta fue la primera y la única opción. Mis papás ya estaban acá, por una situación personal de salud y ya no pudieron regresar, por la escasez de medicamentos”, recuerda.
También recuerda lo difícil que fue dejar de lado sus títulos como licenciada en Educación Especial y especialista en Atención Psicoeducativa del Autismo, y sus aspiraciones profesionales para sacar adelante a su familia.
“Me tocó estar en el área de ventas de unos abastecimientos de Walmart, específicamente, ahí yo tenía que vender una marca de jabón para lavar ropa, yo nunca había hecho algo así. Horarios complicados, son ese tipo de trabajos, donde no te puedes sentar ni siquiera un segundo, espacios reducidos para comer. Recuerdo que nos teníamos que acostar en cartones, porque realmente el trabajo te agota”.
La incertidumbre le generaba dudas, y con las dudas surgían muchas preguntas.
“Tuve experiencias difíciles, también, como cuando me pagaron el primer sueldo. Me habían dicho que era salario mínimo y cuando recibí mi cheque, era muchísimo menos; entonces, esas cosas al principio, realmente, te derrumban. Surgió una oportunidad de ser maestra sombra en un colegio y ahí empezó a cambiarnos ese entorno”.
Sus sueños comenzaban a materializarse.
“De pronto en pandemia, me llega la pregunta de que si yo estaba interesada en tener mi propio espacio y cómo era mi dinámica de trabajo. Cuando me llega esa propuesta, evidentemente, para mí fue algo soñadísimo. No lo podía creer. Inicié en la pandemia solamente con dos chicos. Poco a poco se empezó a regar la voz, empezaron a llegar más niños, ya no eran dos sino cuatro, cinco, seis y así poco a poco, se empezó a llenar la agenda y hoy en día yo atiendo a más de 20 chicos desde edades muy tempranas hasta incluso jóvenes que están en la universidad”.
Conoce su historia y la de su familia en #SoyVenezolano