Nicolás Maduro y sus aliados contaban los votos con angustia, y no les alcanzaban para vencer al opositor Henrique Capriles. En abril de 2013, el candidato ungido por Hugo Chávez perdía la Presidencia de Venezuela un mes después de sepultar al comandante. La revolución bolivariana estaba en jaque, pero sus fichas se negaban a caer. Un exministro defenestrado, que cuenta esta versión y oculta su nombre porque teme a sus viejos camaradas, dice que varios propusieron desconocer la derrota y aferrarse al poder pero ese golpe no fue necesario: aquella noche el Consejo Nacional Electoral dijo que Maduro revirtió el resultado, y que al final ganó la Presidencia con una ventaja del 1,5%. Tras esa victoria aún dudosa, el heredero del chavismo se asoció con el psiquiatra Jorge Rodríguez, un operador político ahora comprometido con el bando oficial, que se sumó a la nomenclatura en 2003 como rector de ese mismo Poder Electoral.
Por: El País
El próximo 28 de julio, natalicio de Hugo Chávez, una nueva elección retará al chavismo, hoy liderado por una troika: Maduro sigue al mando; Jorge Rodríguez preside la Asamblea Nacional; y Delcy Rodríguez, su hermana y socia política, es vicepresidenta ejecutiva. La escena de 2013 puede repetirse, pero el escenario actual es más adverso: el madurismo tiene menos votos, los Gobiernos de muchos países lo cuestionan, la justicia internacional lo investiga y la oposición, liderada por María Corina Machado, reúne un grueso respaldo popular.
Frente a una transición que no desea, el presidente venezolano le confió a Jorge Rodríguez la negociación que podría conducir a un cambio de Gobierno. Pero su objetivo, dicen quienes lo enfrentan, no es erigir puentes, sino dinamitarlos para detener al adversario. Si Nicolás Maduro debe irse, en la lista de posibles sucesores el escudero sólo admite su propio nombre.
Esta ambición nació por el asesinato de Jorge Antonio Rodríguez, el padre, un político y guerrillero que en 1976 secuestró a William Niehous, vicepresidente de la vidriera Owens-Illinois y supuesto enlace de la CIA. Jorge Antonio coordinó el rapto, pero fue detenido más tarde como el responsable y murió por tortura en manos del Estado. “Delcy Gómez, la viuda, quedó marcada por ese crimen. Ella instigó en sus hijos la obligación de ser los mejores, conquistar el poder y vengar la muerte de su padre”, recuerda un viejo amigo, otro hijo de izquierdistas que se formó junto a los hermanos Rodríguez en un colegio público de Caracas, vinculado a la Universidad Central de Venezuela. Allí convivían las familias subversivas: guerrilleros activos o pacificados; junto a otros conspiradores, como el Partido Comunista y La Liga Socialista, un movimiento fundado por el padre de los Rodríguez.
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