“¿Ustedes hubieran aceptado?”, le preguntó Verónica a quienes habían escuchado su anécdota. Esta mujer recibió una insólita propuesta por parte de una familia, de acuerdo a sus palabras, mientras trabajaba como cuidadora de niños en Estados Unidos.
Por Clarín
La autora del relato es una joven de Venezuela que en la actualidad vive en EE.UU. y se dedica a crear contenido a través de sus redes relacionado a su vida cotidiana. A fines de abril, Verónica reveló una situación incómoda que experimentó tiempo atrás.
Una vez, según su versión, un matrimonio se contactó con ella y le ofreció empleo de “niñera” a domicilio. “Esta familia prometió pagarme 35 dólares por hora para cuidar a su hijo. En ese momento, yo venía de cobrar 18 dólares por hora (en otros lugares)”, explicó.
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Por otro lado, el matrimonio le mencionó a la joven “muchos beneficios”. Por ejemplo, se comprometió a contratarle a ella un seguro médico, otorgarle una membresía en un gimnasio de actividad física y también cubrirle los gastos de traslado hasta su hogar.
Además, Verónica afirmó que los potenciales empleadores quedaron “fascinados” con su perfil profesional. “Ellos aseguraron que yo les encantaba, que era la candidata ideal y contaba con ‘todo lo necesario’ para el puesto”, describió al respecto.
Por lo tanto, la niñera se mostró a gusto con la iniciativa laboral. Pronto, se reunió con la familia en la casa de ellos con el propósito de saber qué tareas específicas realizaría y sus horarios. “La vivienda quedaba muy cerca de la mía. Yo estaba superemocionada”, aseveró la venezolana. Sin embargo, todo cambió al descubrir la verdad del trabajo.
La insólita propuesta
En aquella reunión con sus potenciales empleadores, Verónica indagó sobre el “niño” al cual debía cuidar. “Le pregunté al matrimonio acerca de cómo era su hijo, para conocerlo y tener una idea con respecto a él. Entonces, me comentaron que se trataba de un chico muy tímido y poco conversador. ‘Eso nos preocupa mucho. Igual es un buen muchacho y es muy inteligente’, me dijeron”, indicó la joven.
Enseguida, la niñera les consultó a sus padres la edad de su hijo. “Quise saber cuántos años tenía él y qué actividades pretendían ellos que llevara a cabo con el chico. A continuación, Verónica se enteró de que en realidad el “niño” en cuestión no era un niño, sino un adulto.
“El matrimonio me develó que su hijo tenía 23 años y yo debía acompañarlo al gimnasio. Les pregunté si el joven tenía alguna discapacidad, ya que no trabajo en esta área. No soy especialista en el tema: no cuento con ninguna licenciatura ni curso que me avale para tratar estos casos”, manifestó Verónica.
Frente a esta duda, los padres le comunicaron a ella que su hijo no era una persona con discapacidad. “Los papás me aclararon que el joven ‘solo era muy tímido’ y ‘nunca había tenido novia’. Eso les preocupaba mucho. Me dijeron: ‘Pensamos que si tú trabajas con nosotros, creemos que él podría volverse más extrovertido, se animaría a abrirse un poco más'”, recordó la cuidadora de niños.
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