Cuando Tomás Gallastegui nació, en la sala de partos no sólo lo esperaban sus padres, Mariano y Soledad, sino también un equipo de Neonatología. Los controles prenatales habían indicado una malformación en algunos órganos de su aparato digestivo. Los estudios que se iniciaron inmediatamente después de haber nacido revelaron que Tomi tenía una insuficiencia renal crónica.
Por: La Nación
En sus dos años de vida, Tomi ya pasó por más de 20 cirugías, estuvo más de siete meses internado y hace hemodiálisis tres veces por semana. Desde hace un año está en lista de espera para recibir un trasplante. En un video de la cuenta de Instagram de su mamá, que ya tuvo 85 millones de vistas, Tomi se presenta y él mismo dice: “Hola, soy Tomi. Tengo dos años. Necesito un riñón nuevo para meterme a la pile y para jugar”.
“La energía y la fuerza de mi hijo son lo que nos inspira para seguir luchando. Tomi ya nació con este problema de salud, no tuvo una vida diferente, sin enfermeras o internaciones. Y todo lo enfrenta con una simpatía y un carisma admirables, que son muy inspiradores”, dice su mamá, Soledad Moyano Henderson.
Soledad cuenta que, ya durante la primera semana de vida, a Tomi le habían hecho una colostomía y le habían colocado un catéter de diálisis peritoneal. No había cumplido el mes cuando tuvo que empezar a dializarse. A los siete meses, después de una reconstrucción intestinal, tuvo un shock séptico. “Era una cirugía programada. Pero no se tomaron ciertos recaudos y hubo complicaciones que le generaron tres perforaciones en el colon y dos en el intestino. El cuadro de sepsis era tan grave que los médicos nos pidieron que rezáramos”, recuerda la mujer.
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