El pasado 1° de mayo, las expectativas de los trabajadores de la administración pública en Venezuela fueron muy bajas en relación al anuncio presidencial, pues era una costumbre, sobre todo en gobiernos de la etapa democrática, esperar que se diera un aumento salarial.
Walter Obregón / Corresponsalía lapatilla.com
Con Nicolás Maduro en el poder, el ajuste salarial ha sido un engaño, debido a que cambió el aumento por bonificaciones que solo sirven para paliar momentáneamente las necesidades particulares y familiares, pero que según expertos, sindicalistas y los mismos trabajadores, van en detrimento de sus años de servicios porque estos montos no tienen incidencia en las prestaciones sociales.
La falta de un aumento real también ha afectado a los trabajadores del sector privado, donde muchos han sido cesanteados o culminado su relación laboral, y sus prestaciones sociales son calculadas en base al salario mínimo de la administración pública, que son 130 bolívares.
Así le sucedió a Carmen Guédez, extrabajadora del extinto Banco Occidental de Descuento (BOD) en Barinas, donde trabajó durante 11 años y ocho meses, y que al renunciar al cargo que desempañaba como Ejecutivo de Ventas, su pago por años de servicios fue de 15 dólares al cambio de marzo de 2021. Posteriormente la entidad bancaria quebró.
De acuerdo con el Centro de Documentación y Análisis para los Trabajadores, (Cenda), la canasta alimentaria se elevó en 1,02%, entre febrero y marzo de 2024, al situarse en 554,26 dólares, y con el salario mínimo establecido por el Ejecutivo Nacional en 130 bolívares mensuales (unos 3,42 dólares), una familia necesita 17,73 dólares diarios para cubrir la canasta alimentaria.
El nuevo Ingreso Integral de Maduro es de 130 dólares. Esto representa un incremento de 30 dólares, con respecto a lo publicado en Gaceta Oficial a inicios del 2024, que incluyen incrementos en Cestaticket y Bono de Guerra Económica, pero estos cambios aplican principalmente al sector público.
En el mes de febrero, el Ingreso Integral indexado se estableció en 100 dólares, donde 60 dólares correspondían al Bono de Guerra Económica y 40 dólares de la Cestaticket, pero el mayor problema de los trabajadores está en la falta de incidencia de éste en las prestaciones sociales.
¿Manipulación u oferta engañosa?
Adalberto Dávila, jubilado de la Gobernación de Barinas, exdirigente sindical y abogado especializado en materia laboral, hizo un análisis para lapatilla.com sobre el Ingreso Integral de Maduro, el cual considera que puede ubicarse en dos rangos que no favorecen el futuro salarial de los trabajores.
Y lo explica de la siguiente manera: “El Ingreso Integral de Maduro es una manipulación o una oferta engañosa, ya que lo pretende igualar al salario normal de los trabajadores y no es verdad. El Gobierno Nacional viene imponiendo la política de pagar con el Bono de Guerra, que no tiene ningún tipo de incidencia salarial y menos en las prestaciones sociales. Maduro está en mora con los trabajadores y trabajadoras en Venezuela, debido a que tiene dos años sin aumento de sueldos y salarios, haciendo con esto la peor política económica que hayan sufrido los venezolanos, que causa un daño irreparable al patrimonio familiar de cada trabajador”.
En relación al Día del Trabajador 2024, Dávila recordó que como costumbre en Venezuela, el Gobierno Nacional anuncia un aumento del salario, pero este año por segundo ocasión consecutiva, el patrono mantiene congelado esos salarios de los trabajadores, como un hecho que impacta negativamente el núcleo familiar de estos”.
“Se causa un grave daño económico, debido a que no existe poder adquisitivo, por una parte y, por la otra, se ha fulminado las prestaciones sociales que es lo más sagrado que tienen los trabajadores”, refirió.
En su análisis, el experto laboral considera que la clase trabajadora venezolana percibe “un salario de hambre, de 130 bolívares que equivalen a 3.5 dólares mensual, apretando el cordón de miseria que conlleva a una pobreza que es alarmante”.
Pan para hoy ¿y mañana?
“La gente ha tenido que arroparse hasta donde le alcance la cobija”, expresa Adalberto Dávila, tomando en cuenta que los trabajadores venezolanos han sido obligados a vivir el día a día, con una realidad que los espera de ¿cómo será después?
“Bueno, es cierto que el salario mínimo está estancado en 130 bolívares mensuales, desde hace casi 800 días, pero no es menos cierto, que los bonos pasan a paliar la crisis momentánea que padecen los trabajadores, teniendo el Bono de Guerra que son 90 dólares, que sí ayudan a compensar los gastos alimenticios y medicinas de los trabajadores activos y pensionados el día que lo reciben y no les queda otra cosa que agarrarlos y gastarlos”.
Con esto, Dávila calcula que “los pensionados pasan a ser una especie humana en extinción”. Y prosigue haciéndose una pregunta: “¿Cómo hace un pensionado para sobrevivir después que lo ha dado todo durante 25 o 30 años al servicio de la administración pública, y que el Gobierno Nacional no le pague un salario justo, que lo dignifique?”.
Echando un vistazo hacia la realidad de quienes cumplieron sus años de servicios laborales en Venezuela, Dávila reflexionó en que “los viejitos padecen enfermedades crónicas, cardiovasculares, renales, diabetes, entre otras, pero no cuentan con dinero para comprar sus medicamentos. ¿Cómo hacen?”.
Los privados: un tiempo mejor
Adalberto Dávila cree en que todo el mundo está mirando hacia el sector privado para poder asegurar un ingreso mensual que le ayude a solventar más necesidades que las que pueden lograr quienes están en el sector público.
“Los trabajadores del sector privado están viviendo mejor que los trabajadores públicos; el sector privado paga en dólares estadounidenses hace años y otorga otros beneficios”, refirió.
A pesar de que también existen trabajadores privados que perciben beneficios, “sus salarios oscilan entre 150 dólares a 400 dólares mensuales”, que todavía están por debajo de la cesta básica alimentaria calculada por el Cenda, en 554, 26 dólares.
Ante esto, Dávila considera pertinente volver a la negociación tripartita, conformada por el Gobierno Nacional, patronos del sector privado y los sindicatos o federaciones laborales. Mejorar las condiciones laborales del trabajador estableciendo los contratos colectivos, concertar un aumento general de sueldos y salarios, y controlar la inflación y el incremento del dólar.
No hubo incremento de salario
Según el profesor Teófilo Castillo, secretario general del Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza de Barinas (Sintraenba), filial de la Federación de Trabajadores de la Enseñanza (Fetraenseñanza), luego de casi 800 días sin recibir un aumento o ajuste salarial, la clase trabajadora venezolana recibió como un “balde de agua fría” el anuncio de Nicolás Maduro al conmemorarse el Día del Trabajador.
“El último incremento de salario se produjo en marzo del 2022, cuando fue fijado en 130 bolívares, que representaba para esa fecha 30 dólares, pero a consecuencia de la inflación, eso representa al día de hoy solo 3,56 dólares”, explicó el profesor Castillo.
Ante estos datos, el sindicalista del magisterio confirmó que “el salario mínimo se devaluó en 88,14 %, lo que significa que si antes podías comprar 10 kilos de arroz, hoy solo te alcanza para un kilo”.
Para el profesor Teófilo Castillo, “el Estado venezolano tiene una deuda acumulada con los trabajadores, por cuanto nuestra Constitución Nacional establece en su artículo 91 que todo trabajador o trabajadora tiene derecho a un salario suficiente que le permita vivir con dignidad y cubrir para sí y su familia las necesidades básicas materiales, sociales e intelectuales (…)”.
Prosigue el artículo precisando que “el Estado garantizará a los trabajadores y trabajadoras del sector público y del sector privado, un salario mínimo vital que será ajustado cada año, tomando como una de las referencias el costo de la casta básica”.
Esa cesta básica, la cual se encuentra en estos momentos en promedio de al menos 554 dólares mensuales, abre una brecha negativa entre lo acordado por Maduro y lo establecido en la Constitución, de 390 dólares, “siendo esta la principal causa de la deserción de trabajadores de los diferentes sectores productivos y el empobrecimiento bárbaro, lo que se traduce en deterioro de la calidad de vida”.
Para el magisterio venezolano, Castillo considera importante “dejar constancia que el pasado 1° de mayo no hubo incremento de salario, pues el salario es el pago que cada trabajador recibe cada semana, quincena o mensual derivado de una labor desarrollada y que garantiza una vida digna”.
Por lo tanto, este debe tener incidencia en vacaciones, aguinaldos, primas contractuales, prestaciones sociales y el monto asignado por pensión de jubilados.
“Hasta el día de hoy, no hay una explicación clara por parte del Ministerio del Trabajo sobre la forma de aplicación y alcance de la revisión del salario, solo se ha dicho que fue incrementado el Bono de Guerra y Cestaticket, lo cual no tiene incidencia sobre el pago de vacaciones, aguinaldos, monto de las primas, las prestaciones, y lo más grave, el monto de las pensiones de jubilados”, recalcó Castillo.
Ingreso integral sin argumentos
El profesor Teófilo Castillo considera que “no hay elementos de convicción que pueda argumentar el Ejecutivo Nacional para seguir negando un incremento salarial después de 778 días de haberse producido el último”.
Es público y notorio, según Castillo, que hay sectores de la vida nacional altamente privilegiados. Los venezolanos son testigos del despliegue de gastos superfluos, dirigidos a hacer política y muchos gastos suntuosos, y aunque se han flexibilizado algunas medidas externas, se sigue desconociendo las necesidades del trabajador venezolano.
Los gremios de todo el país “seguiremos utilizando todas las herramientas legales que nuestra Constitución y las leyes nos permiten para seguir exigiendo un salario digno, la firma de un Contrato Colectivo real y auténtico, que en el caso del magisterio nacional y regional, sería la aplicación del Reglamento General de Profesión Docente, el reconocimiento de todos los beneficios contractuales, que han sido conculcados por el patrono, y el rescate de la carrera docente.