En medio de la crisis migratoria entre México y Estados Unidos, hay alerta por una creciente problemática. La cifra de migrantes con problemas de salud asciende y aumenta la presión sobre las autoridades de ambos países.
Jenifer Herrera es una hondureña de 23 años y su hija es una pequeña de diez meses de nacida. Ambas viven a la intemperie junto a otros migrantes y su campamento queda a la orilla del Río Bravo, justo al lado del muro que separa a México y EE. UU.
“Mi niña tiene vómito, diarrea, calentura, se me pone bien mala y hasta blanquea los ojos. Ayer pensaba que se me iba a morir porque la vi bien mal”, manifestó Jenifer a la agencia de noticias AFP.
Un grupo de brigadistas del Gobierno Mexicano llegó a la zona para evaluar a la pequeña. Tras la valoración tuvieron que trasladarla hacia una ambulancia ubicada a unos metros. La bebé presentaba un cuadro de deshidratación.
Cada vez son más los migrantes que llegan a la frontera con problemas de salud.
“Lamentablemente, hemos estamos detectando muchos niños que están presentando algún cuadro de enfermedad, incluso de sarampión. Es por ello que hemos estado canalizándolos en los albergues. En nuestra iglesia les estamos dando atención y medicamento”, indicó Carlos Mayorga, voluntario.
Los migrante aseguran que huyen de la violencia y la pobreza, arriesgando su vida, con el objetivo de cumplir con el sueño americano.
En promedio, 6.000 migrantes llegan diariamente a la frontera norte con México.
Con información de AFP