Expresión que refleja la aspiración esencial en cualquier sistema democrático, indicando el grado y jerarquía que representa la integridad del proceso. Se refiere a la necesidad de asegurar que cada sufragio emitido por los ciudadanos sea registrado, contabilizado y reflejado en el resultado final. En el contexto venezolano, marcado por historia reciente de tensiones políticas y desconfianza en las instituciones, este principio adquiere relevancia.
Venezuela, en el pasado y en la actualidad, experimenta controversias y polémicas electorales con denuncias recurrentes de fraude, intervención gubernamental, falta de pureza y manipulación de resultados, que han erosionado la confianza. En este ambiente de angustia, contar cada voto, cada boleta, cada papelito, es un clamor justificado para el saludable retorno a los principios básicos de la democracia. Implementar prácticas y dispositivos que garanticen la nitidez es un desafío, pero también una necesidad urgente para el futuro democrático.
El voto es el único mecanismo a través del cual los ciudadanos expresan sus preferencias políticas. Contarlos de manera individual garantiza que sean registrados precisa y sin omisiones. En Venezuela, con historia de elecciones cuestionadas, la credibilidad está ligada a esta premisa. La desconfianza en la claridad electoral erosiona la legitimidad de los elegidos y puede provocar desestabilización. Contar cada voto, cada boleta, cada papelito no es solo una consigna, ni una simple frase; es un principio que sustenta la democracia.
La boleta electoral representa la decisión individual de un votante. Contarlas, asegura que las papeletas depositadas sean consideradas en el escrutinio final. Este proceso se lleva a cabo con métodos que minimicen la posibilidad de maniobra o estafa, uno de ellos, el conteo manual, donde todos observan y todos cuentan. En Venezuela, el voto electrónico ha sido implementado, por lo tanto, es crucial que el sistema de votación automatizado esté provisto de rigurosas auditorías antes, durante y después de las elecciones, con participación de los interesados, partidos políticos y organizaciones civiles, que permitan certificar con precisión su confiabilidad.
La expresión “cada papelito” pone énfasis en los detalles minuciosos del proceso. No se trata solo de contar votos y boletas en un sentido amplio, sino de asegurar que los documentos más pequeños sean estimados; registros de votación, listas de votantes, actas de escrutinio y cualquier otro instrumento de consideración que forme parte del asunto electoral. En la Venezuela actual, vigilancia y observación electoral son esenciales, contar cada papelito significa mantener una supervisión rigurosa para evitar irregularidades, tal y como la importancia que involucra la apertura de la urna y describir -a viva voz- uno a uno cada papelito emitido por la máquina.
Los observadores internacionales, presencian el respeto a los procedimientos establecidos y actúan como avalistas del acatamiento de la legalidad. Las acusaciones de intervención -no deseadas e indebidas- en el proceso electoral son evidentes y persisten con más frecuencia. La independencia de los organismos electorales es crucial para garantizar un conteo justo y transparente.
Es primordial que los ciudadanos estén educados sobre sus derechos electorales y la importancia de su participación. Un electorado informado es menos susceptible a la manipulación, y capaz de demandar rendición de cuentas. La percepción de parcialidad e inequidad en los encargados de organizar las elecciones, ha sido un obstáculo significativo.
Devolver la confianza es esencial, y para que el proceso de contar cada voto, boleta y papelito sea legítima e incuestionable, la institución electoral debe ser soberana, libre de influencia política, asegurando su funcionamiento autónomo, en un marco legal estricto sobre cómo se debe realizar el conteo de votos y cómo manejar las boletas, es decisivo para la aceptación de las resultas.
En Venezuela, la aplicación estricta de contar cada voto, cada boleta, cada papelito, es esencial para superar la crisis de la institución electoral, garantizando que la voluntad ciudadana destelle precisa en los resultados electorales. Es un llamado a la obediencia irrestricta por la voz del pueblo, sin la cual, no existe una verdadera democracia y su legitimidad depende de elecciones libres, verificables y justas. Cuando cada voto es contado y su resultado incuestionable, el gobierno resultante es percibido legítimo y representativo de la voluntad ciudadana.
@ArmandoMartini