Las reporteras que cubrieron el Desembarco de Normandía hace 80 años, periodistas experimentadas y fotógrafas excepcionales, tuvieron que burlar las prohibiciones impuestas a las mujeres por los Aliados. Pero sus primicias no les reportaron el mismo éxito que a sus pares masculinos.
Por infobae.com
En la mañana del 6 de junio de 1944, Martha Gellhorn se enteró, como otros periodistas que trabajaban en Londres, de que se había puesto en marcha la operación “Overlord”: en unas horas, los barcos de las fuerzas aliadas atracarían en Normandía, en la costa oeste de Francia.
Gellhorn se apresura a llegar a la costa, pese a las pocas esperanzas que tenía de embarcar: el SHAEF, el cuartel general militar aliado, prohibía terminantemente que las mujeres periodistas se acercaran al frente.
La periodista estadounidense “eludió los controles militares haciéndose pasar por enfermera de la Cruz Roja”, cuenta Caroline Moorehead, su biógrafa. Cuando sonó la sirena de salida, se encerró… en el baño.
“Tuvo que ser astuta, pero lo consiguió: parece que Martha fue la única mujer periodista (que) pudo desembarcar en las playas de Normandía”, añade Moorehead, autora de “Martha Gellhorn: una vida”. La reportera pagó su “intrepidez”, ya que el SHAEF la detuvo a su regreso a Londres y le prohibió volver a Normandía.
Otra periodista también fue “castigada por su audacia”: el 6 de junio de 1944, la estadounidense Lee Carson convenció a un piloto de caza para que la llevara a sobrevolar las playas de Normandía y obtuvo una vista aérea excepcional del desembarco, relata Nancy Caldwell Sorel, autora de “The Women Who Wrote War”. Nada más aterrizar, el SHAEF la convocó ante un consejo disciplinario. Lee Carson huyó.
“Claro que sabía” que estaba prohibido, dice la periodista de International News Agency (INS), citada por Sorel. “Pero mi trabajo era cubrir la información”.
Lee Miller, fotógrafa de renombre de la edición británica de Vogue, estaba en Saint-Malo, ciudad de la costa atlántica francesa entonces en manos de los Alemanes, cuando estaba a punto de caer en agosto de 1944.
Sus fotos de la ciudad devastada dieron la vuelta al mundo pero, “como castigo”, el ejército la puso bajo arresto domiciliario, cuenta a la AFO su hijo, Antony Penrose.
“Era escandaloso y estúpido, ella solo hacía su trabajo”, explica. “A un hombre en su posición lo habrían felicitado”, dice.
Machismo militar
“En aquella época, el ejército tenía un miedo visceral a que una mujer periodista muriera en el frente, creyendo que eso significaba que los hombres no consiguieron protegerla”, señala Denis Ruellan, historiador del periodismo.
Las reporteras tuvieron que “desobedecer a menudo, luchas contra el orden moral encarnado por generales, comandantes: siempre hombres”. El sexismo es uno de sus principales obstáculos, recuerda. “El ejército aseguraba que los soldados se sentirían ‘perturbados’ por la presencia de mujeres reporteras, lo que equivalía a sexualizarlas”.
Para leer la nota completa pulse Aquí