Es cierto que el continuismo de la hegemonía ha producido un colapso económico sin precedentes. Pero también ha producido un colapso social, un colapso político y, en verdad, un colapso de carácter existencial para el conjunto de la nación.
Todo ello se gestó y causó estragos antes de que se oyera hablar de sanciones exteriores. Las sanciones interiores, entre otras, el despotismo y la depredación han sido y son destructivas.
La lucha entre el cambio de raíz y el continuismo del poder establecido, por tanto, no es una mera confrontación de opiniones diferentes sobre el presente y el futuro del país. No. Es la lucha entre la viabilidad de la patria y su dolorosa extinción como nación libre, soberana, digna, democrática e innovadora. Tal cual.
La catástrofe migratoria del país, de la cual no se denuncia lo suficiente, sobre todo en ámbitos foráneos, es la confirmación de lo planteado. Si los habitantes de una nación la abandonan masivamente, ésa nación ha perdido su capacidad de ofrecer un porvenir humano. En el que caso que nos ocupa, por la imposición de una hegemonía devastadora.
No se debe contemporizar con esta tragedia. El desafío de la existencia nacional, es superarla con los fundamentos de la Constitución. Labor inmensa y necesaria para reconstruir el país.