Aunque escapar de la opresión fue una odisea llena de peligros y obstáculos, siempre recordaré el favor que me hicieron al perseverar en mí, el deseo inquebrantable de luchar por la defensa de la libertad y los derechos humanos.
La persecución política se convirtió en una cruel realidad para muchos de nosotros que nos negamos a callar ante la injusticia y la tiranía de Nicolás Maduro y sus secuaces.
Ante la implacable maquinaria del régimen autoritario, no quedaba más opción que buscar protección en un lugar seguro donde nuestras voces pudieran seguir siendo escuchadas.
Otros compañeros de lucha, lamentablemente no tuvieron esa misma oportunidad, y hoy sufren los rigores de las inmundos calabozos y los malos tratos de los esbirros de esta cruel tiranía.
En mi caso, junto con otros compañeros, cuando la oportunidad de asilarnos en la embajada Argentina en Caracas se presentó, fue como una tabla de salvación en medio de la tormenta.
A pesar del riesgo y la incertidumbre, la solidaridad y el compromiso de aquellos que abogaron por nuestra seguridad, ha sido un rayo de esperanza en medio de la oscuridad.
Ahora, desde las paredes de la embajada, sigo en mi lucha incansable por la libertad de mi país, apoyando a María Corina Machado y su programa “Venezuela Tierra de Gracia”.
Cada día, cada palabra, cada gesto, son un recordatorio de que la causa por la que tanto hemos sacrificado merece cada esfuerzo y cada paso dado en pro de un mañana mejor.
Mi compromiso con Venezuela y su gente permanece inquebrantable.
La persecusion, el aislamiento y el asilo me han hecho más fuerte.
Aunque las sombras de la persecución se ciernan sobre nosotros, mi determinación por ayudar a construir un país donde reine la justicia y la libertad seguirá ardiendo con fuerza, alimentada por el amor a mi tierra y la convicción de que un futuro mejor es posible.
En cada paso que doy, en cada palabra que pronuncio, en cada texto que escribo, en cada sueño que albergo, persiste la esperanza de un mañana más justo y luminoso para Venezuela y su gente.
Por eso desde aquí, desde la Embajada Argentina en Caracas, grito como el Presidente Javier Milei:
¡Viva la Libertad Carajo!