Omar González Moreno: El CNE parece un florero

Omar González Moreno: El CNE parece un florero

En Venezuela, el Consejo Nacional Electoral (CNE) ha sido utilizado como una herramienta para validar la fachada democrática del régimen de Nicolás Maduro.

En lugar de desempeñar su papel de garante imparcial de procesos electorales transparentes, el CNE se ha convertido en una especie de florero o mascarón de proa que adorna la narrativa oficialista.

Bajo la gestión del CNE, las elecciones en Venezuela han sido caracterizadas por irregularidades, falta de transparencia y fraudes.

Su actuación ha socavado la confianza en el sistema electoral y ha perpetuado un régimen autoritario que se aferra al poder a toda costa.

La parcialidad del CNE en favor del régimen de Maduro ha sido evidente en la manipulación de cronogramas electorales, la exclusión de candidatos opositores, la censura de medios de comunicación y la falta de garantías para un proceso electoral justo y libre de interferencias.

Uno de los más recientes manejos irregulares fue la resolución del CNE según la cual se exige que los testigos de mesas electorales estén registrados en el mismo centro de votación donde realizarán sus funciones.

Esa norma no está prevista en la Ley del sufragio ni en ningún otro precepto legal, lo que podría considerarse como una nueva artimaña para favorecer al régimen.

Lo mismo podría decirse del silencio del CNE ante tantos descarados abusos del oficialismo que amenazan la integridad de las elecciones convocadas para el próximo 28 de julio.

Me refiero al encubrimiento institucional ante el ventajismo del oficialismo con la persecusion de los integrantes del comando de campaña opositor, que ha tenido que pedir asilo en una embajada en Caracas para huir de la acechanza, la clausura de locales comerciales que le brinden servicios a la oposición, las detenciones arbitrarias de dirigentes opositores, entre otros atropellos, absolutamente inaceptables

Por todo esto es crucial que el CNE retome su verdadero rol como árbitro imparcial de la democracia y se comprometa a garantizar elecciones libres y justas en Venezuela.

Solo con un órgano electoral autónomo y transparente se podrá restaurar la confianza en el sistema democrático y abrir el camino hacia una verdadera transición política en el país.

En conclusión, el papel del Consejo Nacional Electoral como un adorno para el régimen de Nicolás Maduro es una afrenta a los principios democráticos y a la voluntad del pueblo venezolano.

Es fundamental que el CNE actúe con imparcialidad y respeto a la Constitución para asegurar la celebración de elecciones legítimas y el restablecimiento de la democracia en Venezuela.

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