La escena recorrió el mundo. La imagen tenía como protagonista a Dorival Júnior, el técnico de Brasil. El partido contra Uruguay por los cuartos de final de la Copa América recién había terminado. Ninguno había convertido. El cero a cero había obligado la definición desde los penales. En la ronda previa a la ejecución, donde suele haber una arenga y donde se deciden el orden y los ejecutores, el entrenador lo vio desde afuera. No intervino en la charla ni en la decisión. La situación fue incómoda y penosa. Incluso, atinó a levantar la mano para intentar ser escuchado en esa situación límite, pero tapado entre la multitud, nadie alcanzó a notar su gesto. Un asistente suyo fue el que les habló a los jugadores. La contracara fue Bielsa, que se mostró con una planilla en mano y dirigiéndose de forma enérgica hacia sus conducidos.
El ex técnico del San Pablo explicó por qué estuvo detrás de los jugadores en la previa a los penales. “Me mantuve alejado porque les estaba contando a cada uno lo que tenía en mente. Una vez definidas las cinco posiciones iniciales, comencé a hablar de lo que habíamos entrenado. De hecho, en el entrenamiento que se desarrolló desde el primer día en Orlando estuvimos trabajando en los penales porque sabíamos que probablemente tendríamos esa posibilidad en las definiciones del partido”.
Uruguay ganó y se clasificó a las semifinales. Brasil quedó eliminado y envuelto en una situación sensible, delicada. La prensa brasileña coincide en un análisis: acusa al Scratch de convertirse en un equipo con falta de identidad, sin juego, sin líderes, sin rebeldía; advierte que la Confederación de Fútbol de Brasil perdió el rumbo y no sabe cómo salir de este encadenamiento de fracasos. En ese contexto de adversidad y críticas internas, se difundió un video que evidencia aún más esta falta de cohesión del plantel brasileño.
Como Dorival Júnior, el que también sufrió el desplante de los futbolistas fue Endrick. El flamante refuerzo del Real Madrid quedó excluido de la ronda. A diferencia del entrenador, no se esforzó en integrarla y procuró seguirla desde afuera. Incluso se lo ve escupir, caminar, mirar para abajo, jugar al “botella challenge” con el envase de una bebida isotónica y esperar que termine la reunión de su equipo abstraído y con los brazos en jarra.
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