Esa es la pregunta recurrente de muchos de los venezolanos víctimas del robo de nuestro derecho a votar el próximo 28 de julio. Como bien se sabe, más de 4.5 millones de venezolanos que estamos por diferentes razones en la diáspora, hemos sido castrados de esa posibilidad que nos brinda la Constitución Nacional. Pero a Maduro nada de eso le importa, de allí que no titubeó a la hora de truncar ese deseo de la gigantesca representación de esa Venezuela desterrada.
Esa manipulación es parte del fraude en marcha, como lo es también la aviesa figura de las inhabilitaciones, la persecución política, la judicialización de los partidos de oposición y todo ese caudal de arbitrariedades que activa Maduro para tratar de contener la avalancha de votos que se le vendrá encima el día histórico del próximo 28 de julio. Todas las encuestas serias y por lo tanto creíbles, indican que Maduro está derrotado de antemano. Esa es la convicción que cunde por los cuatro costados de la Venezuela que se ha levantado en cada pueblo, para hacer valer sus derechos. La ventaja de Edmundo González Urrutia es descomunal. Le saca varios cuerpos en la pista, dejándolo bien atrás en esa carrera por la Presidencia de La República.
Hay otro tipo de mediciones y son las asambleas de calle. A la vista de todo el mundo están las concentraciones que encabezan María Corina y Edmundo. Todas las realizadas hasta la fecha, están rompiendo marcas del pasado reciente. Las de Táchira, la multitudinaria de Barinas y el desbordado pueblo oriental de Anzoátegui, establecieron nuevos récords de asistencia. Esa dupla de María Corina-Edmundo es imbatible. Por otro lado, Maduro luce agotado, desolado, no tiene respaldo ¡ni de los propios chavistas originales! y nada de gestión que mostrar para seducir a un electorado, que no se deja engañar con esas promesas insípidas de un candidato que está padeciendo un calvario en esa campaña descolorida en la que se ve atrapado.
Por eso, la respuesta a la pregunta, es activarse de todos los modos y formas posibles. Los que estamos en el exilio, podemos usar nuestros teléfonos o cualquier red de la internet para establecer contactos con nuestros parientes, amigos, vecinos y conocidos en general. Hay que motivarlos a votar, a prepararse para hacer la cola, para resistir los embates de un régimen que apelará a los vicios fraudulentos que anticipadamente están detectados y en consecuencia, se cuenta con el remedio para curarse en salud electoral.
Votar “contra viento y marea”. Acudir a tu respectivo centro de votación, esperar tu turno, estar mosca para que nada interfiera con tu voluntad de sufragar por Edmundo. Tomar todas las previsiones del caso para hacer correctamente el sagrado compromiso de votar para sacar a Venezuela de ese pantano en el que la han hundido estos farsantes del Siglo XXI. Esa es la tarea. Mas nada. Votar y llamar al que no lo ha hecho para que también haga lo mismo, votar por un futuro promisorio para todos.