ABC: De la muerte de Hugo Chávez a la crisis persistente en 2024 y la elección presidencial del #28Jul

ABC: De la muerte de Hugo Chávez a la crisis persistente en 2024 y la elección presidencial del #28Jul

Desde la desaparición de Hugo Chávez en 2013, Venezuela ha transitado por una senda de turbulencias que han zarandeado sus cimientos con una violencia inusitada. La ausencia del líder absoluto ha precipitado una cascada de crisis políticas, económicas y sociales que mantienen al país en un estado de perpetuo desasosiego.

Por Álvaro Ybarra Zavala / Jorge Benezra / abc.es





A lo largo de estos años, las calles venezolanas han sido el teatro de protestas masivas, las elecciones se han visto envueltas en la controversia y la oposición se ha fragmentado, mientras una marea humana de ocho millones de almas desesperadas por hallar mejores condiciones de vida ha desbordado las fronteras. Hoy, más que nunca, en vísperas de las elecciones del 28 de julio, es crucial revisar y entender la historia. En esta primera entrega, nos proponemos explorar el pasado para desentrañar los hilos que han tejido el presente.

Venezuela se asemeja a una fotografía repetida, suspendida en el tiempo, donde los errores de los actores políticos se reiteran de manera inexorable.

Los inminentes comicios no constituyen un mero suceso; se erigen como una encrucijada vital para apartar a la nación del caos que ha imperado en los últimos diez años o, simplemente, retornar a su habitual estado de desesperanza internalizada.

El legado bolivariano en un país en una encrucijada histórica

Era una revolución. Con él al timón, prometía transformar el país. El 6 de diciembre de 1998, Hugo Rafael Chávez Frías ganaba de manera contundente las elecciones presidenciales, inaugurando un nuevo capítulo en la historia de Venezuela. La nación, entonces, venía de una década azotada por la corrupción, la pobreza, la desigualdad y la conflictividad social. Chávez llegó al poder tras un intento fallido de golpe de estado con la promesa de refundar la república, regenerar la política y alcanzar la tan ansiada justicia social.

En la década de los 90, la situación era un descalabro total y Chávez pudo presentarse como un salvador en medio de ese caos. El panorama en 1998 era de auténtico desastre y los venezolanos ya no creían en nadie de los partidos políticos tradicionales.

Chávez puso la cuestión social en el centro de la agenda política al responder a demandas legítimas de la población más pobre, que había sido excluida por décadas.

El país, durante más de 13 años de mandato, cambió su rumbo. Chávez aprovechó el auge petrolero para impulsar grandes programas sociales. A partir de su llegada al poder, marcó una agenda en el discurso de todos los actores políticos latinoamericanos. Fueron años de bonanza económica y en la mayoría de países de Suramérica resultaron elegidos mandatarios progresistas que fueron sus aliados. Además, construyó alianzas determinantes -aún hoy- con países como Rusia, China e Irán, pero también fueron años donde propició la alta polarización del país, se enfrentó al sector privado, cerró medios de comunicación, lo intentaron derrocar por golpe de estado y fue calificado de autoritario por sus rivales y afianzó las bases de una economía burbuja.

La muerte de Chávez

Nicolás Maduro llegó entonces al poder, ungido por su antecesor, fallecido tras dos años combatiendo un cáncer del que nunca se dio información detallada que quedó convertido en un símbolo casi religioso al que se le hace culto en el Cuartel de la Montaña, donde yace el cuerpo tras su muerte el 5 de marzo de 2013, cuatro meses antes de cumplir 60 años.

«Si algo ocurriera que me inhabilitara de alguna manera, Nicolás Maduro no sólo debe concluir, como manda la Constitución, el período; sino que mi opinión firme, plena como la luna llena, irrevocable, absoluta, total, es que (…) ustedes elijan a Nicolás Maduro como presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Yo se lo pido desde mi corazón», dijo el exmandatario.

Un mes después del funeral, Maduro se presentó a las elecciones presidenciales, enfrentándose al opositor Henrique Capriles. Ganó, pero tan sólo por un 1% del voto. Chávez había vencido a Capriles por once puntos.

Fueron muchos los que negaron su capacidad, y aún hoy persiste esta actitud. Sin embargo, en las elecciones de 2013, Nicolás Maduro logró imponerse con el 50,61% de los votos. La brecha de sufragios entre él y Henrique Capriles, quien había cautivado a una parte significativa de la población con sus extensas giras por todo el país, se redujo a poco más de 200.000 votos. El exgobernador desestimó los resultados y exigió un recuento de votos debido a las irregularidades detectadas durante la jornada electoral. En junio de ese mismo año, el Consejo Nacional Electoral confirmó, tras completar las auditorías del 100% de los sufragios emitidos, que la victoria correspondía a Maduro.

«Le digo a Venezuela que esto es un ‘mientras tanto’. Usted sabe que éste es un gobierno de mientras tanto», sentenció el opositor.

Sin carisma ni bonanza

En la presidencia, Maduro carecía del carisma de su predecesor, y, aún peor, carecía de su bonanza. Poco después de asumir el cargo, el precio del petróleo -que le proporciona al Gobierno de Venezuela más del 90% de su ingreso en divisas- empezó a caer en picada. La situación económica se desbordó, con un marcado incremento en la inflación y una creciente escasez de alimentos; a medida que algunos ciudadanos venezolanos comenzaron a fallecer por la falta de comida y medicamentos, el malestar público se agudizó. Los índices elevados de violencia criminal empeoraron aún más, y la tasa de homicidios se situó entre las más altas a nivel mundial. El saldo es rojo. De acuerdo a un informe que publicó el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), el año 2013 cerró con 24.763 muertes violentas, lo que se traduce en una tasa de 79 fallecidos por cada 100.000 habitantes.

Para leer la nota completa pulse Aquí