Tener una relación sana es algo que requiere de mucho compromiso y esfuerzo por parte de ambas partes de la pareja. Por mucho que no pensemos que seamos personas tóxicas, hay momentos en los que todos nos podemos descarrilar, haciendo que nuestra relación pase por un peor momento.
Por GQ
Una de las cosas en las que tenemos tenemos que encontrar un equilibrio es en la dependencia del otro. La palabra dependencia ya tiene connotaciones negativas de por sí, porque creemos que siempre implica un aislamiento de nuestra familia y amigos, centrándonos solo es la persona a la que queremos, y haciendo que se vea comprometido nuestro propio crecimiento personal.
Sin embargo, por mucho que queramos, en toda relación existe algo de dependencia, sea en mayor o menos medida y esto no tiene por qué ser 100% malo. Aquí es donde entra en juego la llamada interdependencia, que básicamente implica que exista un vínculo común de apoyo y confianza, pero no basamos nuestra vida en el otro, sino que la vivimos de una forma colaborativa.
De esta forma, ambos compartimos nuestras inseguridades, debilidades, compartimos las distintas responsabilidades existentes en la relación y trabajamos de forma continua para que funcione, apoyándonos en las fortalezas del otro. Algo que solo se puede conseguir si hay una comunicación clara y sana de por medio.
Pero, ¿cómo podemos saber si lo que existe en nuestra relación es interdependencia o no? Básicamente, hay ciertas preguntas que debemos hacernos:
¿Nos apoyamos mutuamente? Es algo fundamental en cualquier relación sana. Implica estar ahí para el otro, tanto en los buenos momentos como en los malos.
¿Tomamos las decisiones importantes juntos? A veces, parece que solo una persona lleva la voz cantante y esto es algo que debemos evitar. Tenemos que tratar de hacerlo juntos y que ambas opiniones se vean reflejadas en ello.
¿Tenemos intimidad emocional? La intimidad no solo es física. La emocional implica tener conexiones profundas con el otro y una confianza plena.
¿Establecemos límites? En las relaciones de pareja, como en las de cualquier otro tipo, debemos dejar claro nuestros límites.
La interdependencia debe ser ese punto medio hacia el que trabajar. Ningún extremo es bueno y, por lo tanto, no lo son ni la codependencia ni la independencia total. La independencia total puede convertirse en soledad si no estamos dispuestos a desarrollar conexiones profundas y con sentido. Cuando en una relación no tenemos ciertos puntos importantes en común, podemos sentirnos desconectados del otro, tanto emocional como sentimentalmente.
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