La energía con la que Leopoldo López (Caracas, 1971) entra en su despacho, un modesto piso situado en el centro de Madrid, se apodera de toda la sala. Con gesto firme y una sonrisa amable, el opositor venezolano modula la voz a conciencia: optimista cuando habla de las elecciones presidenciales que se celebrarán en Venezuela el próximo 28 de julio; amarga al referirse a la dictadura que le forzó a huir de su país hace ya cuatro años.
Es ese mismo carisma con el que hace una década el político venezolano logró sacar a todo un país a las calles para protestar contra el primer Gobierno de Nicolás Maduro. El éxito de las manifestaciones le costó una condena de 13 años de prisión.
Pasó cuatro de ellos entre rejas y torturas, en una celda de “dos por dos metros” en la que, sostiene, aprendió “lo que era la libertad a fuerza de no tenerla”. En 2019, fue liberado de su arresto domiciliario en medio de un levantamiento contra el régimen encabezado por Juan Guaidó, entonces mandatario interino reconocido por más de 60 países.
El golpe fracasó y Leopoldo López viajó a Madrid, donde hoy vive exiliado junto a su familia y desde donde busca la unión de las disidencias del mundo contra las dictaduras a través de su proyecto World Liberty Forum.
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