La búsqueda de planetas habitables más allá de nuestro sistema solar se ha intensificado en los últimos años, impulsada por los avances en la tecnología espacial y la curiosidad científica. En este contexto, 55 Cancri e, también conocido como Janssen, ha captado la atención de la comunidad astronómica.
Juan Manuel Godoy
Este exoplaneta, ubicado en la constelación de Cáncer y clasificado como una supertierra, presenta características extremas que desafían nuestro entendimiento de la vida fuera de la Tierra. A pesar de sus condiciones inhóspitas, los esfuerzos por estudiar su atmósfera y composición podrían ofrecer pistas valiosas sobre la habitabilidad de planetas rocosos en el futuro.
Utilizando el Telescopio Espacial James Webb, los científicos han comenzado a desentrañar los misterios de 55 Cancri e, detectando posibles gases atmosféricos que podrían distribuir energía térmica de manera similar a algunos procesos en la Tierra.
Estas observaciones son solo una parte de un esfuerzo mayor por comprender cómo los planetas con condiciones extremas, como temperaturas abrasadoras y atmósferas perversamente densas, pueden proporcionar información crucial sobre la evolución planetaria y la habitabilidad.
La exploración de mundos tan distintos al nuestro no solo amplía nuestro conocimiento del universo, sino que también podría eventualmente guiarnos en la búsqueda de nuevos hogares para la humanidad.
“El Telescopio Espacial James Webb no puede capturar una imagen directa de 55 Cancri e, pero mide cambios sutiles en la luz del sistema a medida que el planeta orbita su estrella”, explicaron científicos a NatGeo. Este método, conocido como espectroscopía de eclipse secundario, ya ha sido usado para explorar atmósferas en otros exoplanetas de tipo rocoso.
A pesar de estos avances, el plan inicial para investigar 55 Cancri e no era sencillo. Según la NASA, se utilizó el Telescopio Espacial Spitzer para observar el planeta durante 80 horas, creando un mapa térmico que revela diferencias extremas de temperatura en sus dos hemisferios. “En el lado diurno la temperatura es de unos 2.500 °C (4,532 °F), mientras que en el lado nocturno es de unos 1.100 °C (2,012 °F)”, afirma Brice-Olivier Demory de la Universidad de Cambridge para la NASA.
Más detalles en INFOBAE