La otra cara: “Mano segura no se tranca” María Corina dixit, por José Luis Farías

La otra cara: “Mano segura no se tranca” María Corina dixit, por José Luis Farías

En la agitada trama de la política venezolana, se despliega una escena cargada de tensiones y desafíos, donde el presidente-candidato, Nicolás Maduro, lanza sus palabras con la furia de quien sabe que su destino se juega en cada sílaba. “Sé todo, quieren un hecatombe, una tragedia para gritar suspensión de las elecciones y saldrían los gringos, el malparido de Milei, saldría el Noboa, la derecha: suspendan las elecciones. Yo les digo: estamos preparados, nervios de acero, calma y cordura. Y llueva, truene o relampagueé, el 28 de julio habrá elecciones presidenciales en Venezuela”.

Es un ritornello de retórica, provocaciones y amenazas, una estrategia cuyo objetivo es claro como el cielo de Caracas en una tarde de lluvia torrencial: sembrar el caos para cosechar la abstención. Repito por enésima vez: Maduro sabe que sólo la abstención lo salva de una derrota histórica, de una barrida electoral sin precedentes. Y el pueblo sabe que en la abstención no hay solución.

Desafíos a la Democracia





Maduro, con su verbo pendenciero y vulgar, lanza desafíos a la democracia, no deja duda alguna sobre su juego: provocar el miedo, instigar la violencia y desdibujar la esperanza en la posibilidad de un cambio democrático. En sus palabras, la sombra de la suspicacia se alarga sobre el panorama electoral, pintando con trazos gruesos la amenaza de un desenlace incierto y perturbador.

Pero la respuesta no puede ser menos firme ni menos clara. La oposición, consciente de los peligros que acechan en cada esquina del discurso madurista, alza su voz en un coro de resistencia y advertencia. En la escena teatral de la política venezolana, donde las máscaras de la ironía y el poder se entrelazan, la respuesta de la oposición debe resonar como un eco de solemnidad impostada: ¡seguiremos en la ruta electoral!Conscientes de los peligros que se ocultan tras cada pliegue del discurso madurista, sus voces deben elevarse en un coro de resistencia y advertencia, como si las palabras solas fueran suficientes para desentrañar la madeja del poder.

Mientras tanto, Jorge Rodríguez, habilidoso manipulador de los hilos retóricos, se erige como el eco y amplificador supremo de la estridencia presidencial. Con una maestría que raya en lo grotesco, pretende enturbiar las aguas cristalinas de la democracia con sus propias palabras de desafío y confrontación, como si la política fuera un juego de espejos donde la verdad se desvanece entre reflejos distorsionados.

En este burlesco escenario, donde las palabras se convierten en armas y las promesas en ilusiones fugaces, los actores políticos danzan en un equilibrio precario entre la farsa y la tragedia, mientras el telón se alza y cae sobre un público cautivo de su propia esperanza y desilusión.

El Poder del Voto

En medio de este conflicto retórico, María Corina Machado y ta gran mayoría de los venezolanos esgrimen la única arma que puede traer consigo el cambio pacífico y la renovación democrática: el voto. Con la memoria aún viva de los errores del pasado, saben que repetirlos sería condenar al país a más años de estancamiento y sufrimiento. Por eso ha repetido una y otra vez: “mano segura no se tranca”. Que nada nos desvíe de la ruta electoral, cualquiera sea la provocación.

Es así como, entre la bruma de la incertidumbre y el fragor de las palabras incendiarias, se dibuja el camino hacia unas elecciones cruciales. Un camino marcado por la necesidad de resistir las provocaciones, denunciar los abusos y, sobre todo, mantener viva la llama de la esperanza en un futuro mejor, de un cambio en paz a través del voto.

En este drama político, donde cada acto y cada palabra son piezas de un rompecabezas cuyo diseño determinará el destino de millones, el pueblo de Venezuela se encuentra ante una encrucijada histórica. La apuesta por la democracia y la libertad debe ser más firme que nunca, rechazando las trampas del régimen y abrazando el poder transformador del voto como el único camino hacia la renovación.

Así, mientras las nubes de la incertidumbre amenazan con desatar la tormenta, los venezolanos se preparan para hacer historia el 28 de julio. Con la determinación de quien sabe que el futuro se construye paso a paso, votarán no solo por un cambio de liderazgo, sino por la oportunidad de escribir un nuevo capítulo en la historia de su amada Venezuela.

En la convulsa geografía política de Venezuela, las voces de indignación y hartazgo resuenan como un eco atronador en los callejones del descontento nacional. En cada esquina del país, el clamor unánime se eleva: ¡Basta ya de este gobierno nefasto que ha llevado a nuestra tierra al borde del abismo!

Ruina y Desgobierno

Son tiempos de unidad y acción conjunta, tiempos e reconstruir sobre escombros de promesas rotas y oportunidades perdidas. Venezuela, una nación rica en recursos naturales y talento humano, yace postrada ante el despojo y la ruina provocados por un régimen que ha hecho de la corrupción su marca registrada y del desgobierno su modus operandi.

La devastación es palpable en todos los ámbitos de la vida nacional. La economía, antaño pujante, languidece bajo el peso de políticas erráticas y la voracidad de intereses transnacionales que se sirven del desgobierno para su propio beneficio. La estabilidad institucional, una quimera lejana, es sustituida por la arbitrariedad y la opresión, donde la Constitución yace como letra muerta, un mero vestigio de lo que fue el pacto social entre ciudadanos y gobierno.

Resistencia y Esperanza por la Paz

Pero en medio de la desolación, resurge la esperanza. En cada venezolano late el deseo profundo de un futuro distinto, de un país donde la libertad y la dignidad sean más que meras aspiraciones. La tarea es monumental, pero la voluntad es inquebrantable. Es hora de dejar atrás las diferencias que nos dividen y unirnos en una sola voz, en un esfuerzo colectivo por rescatar nuestra patria del naufragio en el que ha sido arrojada.

Cada uno de nosotros tiene un papel crucial que desempeñar en esta gesta por la reconquista de nuestra democracia y nuestra soberanía. Es momento de alzar la voz, de alzar la mirada hacia un horizonte donde el estado de derecho prevalezca sobre el caos y la desesperanza. Unidos, con determinación y valentía, podemos tejer el futuro que anhelamos para las generaciones venideras.

PD: Presidente Maduro, deje de oír malos consejos, no hay forma de rebanar una diferencia de más de tres millones y medio de votos. Y tampoco nadie le va acompañar en un arrebatón.