La tragedia que vivimos en Venezuela es un reflejo doloroso de cómo el totalitarismo está ganando terreno frente a la democracia en el mundo.
Los regímenes autoritarios y dictatoriales han demostrado una capacidad sorprendente para unirse y protegerse mutuamente en el escenario internacional. Han creado una estrategia global de dominación y una institucionalidad a su medida, que lejos de colapsar, se refuerza con el tiempo.
Estos regímenes se aferran al poder a través de la represión interna y la construcción de alianzas sin escrúpulos con actores oscuros como el narcotráfico, el crimen organizado, las guerrillas y los grupos terroristas. No temen recurrir a los métodos más despiadados para mantener su control, priorizando la opresión de sus poblaciones por encima de su bienestar o progreso económico. Su unidad les permite resistir la presión internacional, asegurando así su continuidad.
La Fragmentación de los Defensores de la Democracia
Frente a este avance totalitario, los defensores de la democracia en el mundo aparecen divididos, a menudo incapaces de actuar con la coherencia y la estrategia a la altura de los peligros que asechan al mundo libre. La falta de unidad y visión común entre las democracias ha debilitado su capacidad de respuesta ante este creciente dominio autoritario, creando un vacío que éste ha sabido explotar para extender su poder.
Venezuela: Institucionalidad al Servicio del Régimen
Venezuela es un ejemplo desgarrador de cómo este bloque ha logrado consolidarse, creando una institucionalidad que sirve exclusivamente a los intereses del régimen. La represión de la oposición, la manipulación de los procesos electorales y el control férreo de las instituciones son solo algunas de las herramientas utilizadas para perpetuarse en el poder.
¿Podremos Liberar a Venezuela?
Liberar a Venezuela de este entramado autoritario y represivo es posible, pero requiere un esfuerzo conjunto y decidido. Los casos de éxito en la historia nos enseñan que la combinación de protestas masivas, actos de desobediencia civil y resistencia puede mostrar al mundo el rechazo popular al régimen y provocar la división y deserción dentro de las fuerzas armadas. La unidad y coordinación de la oposición, un liderazgo claro y una estrategia común son esenciales para mantener la presión, tanto a nivel local como internacional, incluso en las circunstancias más difíciles. Es igualmente importante garantizar la seguridad de los líderes opositores a través de mecanismos internacionales y redes de protección, para que puedan seguir luchando sin ser silenciados.
Además, es crucial tener un mensaje poderoso que contrarreste la propaganda oficialista, así como redes de apoyo que compartan recursos y mantengan la moral alta. Cada uno de nosotros puede hacer lo que esté a su alcance. Otro paso vital es formar una coalición internacional que apoye a Venezuela, ofreciendo respaldo diplomático, financiero y, si es necesario, logístico.
Las denuncias ante la Corte Penal Internacional (CPI) por crímenes de lesa humanidad cometidos por el régimen deben continuar, documentando y difundiendo las violaciones de derechos humanos para mantener a la comunidad global informada y movilizada.
Liberar a Venezuela de su actual entramado autoritario es un desafío complejo que requiere tiempo, estrategia y, sobre todo, un compromiso firme y solidario tanto de los venezolanos-civiles y militares- como de la comunidad internacional. Con la determinación, la unidad y los dolorosos costos humanos puede ser un objetivo alcanzable. Es el futuro lo que está en juego para alcanzar una Venezuela libre de tiranos.
Aunque estemos lejos de nuestra tierra, la distancia no disminuye el amor que sentimos por nuestro país ni la responsabilidad que tenemos de contribuir a su liberación. Desde cualquier rincón del mundo, seguimos siendo parte de la lucha por una Venezuela libre y democrática, y cada gesto, por pequeño que parezca, suma en este esfuerzo colectivo.
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