William Anseume: “Terroristas”

William Anseume: “Terroristas”

En Venezuela se ha desatado, según Maduro y los de su régimen, una inusitada ola terrorista. Abundan los crueles seres que buscan asustar permanentemente a la población e infundirle odio a diestra y siniestra. Más hacia la diestra, porque la siniestra está ocupada en labores gubenamentales. En atajar el hecho de que pueda llegar a conocerse algo de lo que pasó en el CNE y otras menundencias verdaderamente muy siniestras.

Los terroristas portan carteles como armas letales, letales para el régimen de la siniestra, piden cosas como libertad, transparencia, conteo de votos, reconocimiento de aquel que ganó las elecciones, y cosas por el estilo que hacen temblar tanto a Miraflores y su entorno armado que han llegado al extremo de obligar un enrejado de la sede de gobierno, porque los carteles disparan petardos a la conciencia. Y, oh terror, el mundo los observa consternado. Odio total. Terror total. Señoras que muestran actas, copias de actas de sus centros de votación. Horror.

Otra modalidad de los terroristas es haber sido testigos o miembros de mesa abajo firmantes del acto electoral liberador, es un verdadero hecho terrorista conocer y buscar reconocer la verdad de lo ocurrido mesa por mesa y, además, haber firmado en reconocimiento de esa verdad cantada a gritos en los centros electorales o fuera de ellos. Estos esparcidores de odio, han sido capaces de contarle a los vecinos, grabar videos con los resultados, con los conteos, mesa por mesa, centro por centro. Definitivamente son terroristas.





Otra modalidad son aquellos que salen a gritar consignas, a expresar su rechazo al triunfo de Maduro, quien obtuvo una irrefutable victoria con el treinta por ciento de la votación, o algo menos, ese que la oposición no le quiere reconocer, por ser los terroristas que son. No entienden lo costoso que resultó llegar a tan alto porcentaje, no saben de extorsión, de chantaje, de coacción, de gasto de los dineros públicos en propaganda, en arreglos de última hora, en pago de motoristas, autobuseros y extras en la campaña. Salen y protestan asustando con gritos a la población, creando un odio desenfrenado.

Abundan entre quienes reclaman la verdad, niños y adolescentes, más de cien de estos terroristas infantiles ya detenidos y procesados. Sus familiares y amigos los reclaman como si fueran niños de pecho y no los terroristas que salieron a las calles a bociferar, a alterar el orden público con feas pancartas elaboradas apenas el día anterior con marcadores desteñidos, en lugar de irse al cine o a la playa, esos muchachos formados para gritar y hacer bulto, para que crean que hay mucha gente pendiente de reclamar verdades en Venezuela.

Luego están los periodistas, dueños de medios, sindicalistas, gremialistas, estudiantes, profesores, dirigentes de partidos inexistentes, porque en nuestro país hay partido y pensamiento único: sólo aquel que desee y reconozca la permanenencia del Socialismo Siglo XXI y de Nicolás Maduro Moros como presidente de la república. Más nada. Y la verdad es la oficial. Nada más. Inventan cosas. Muchas cosas que confunden a la población, como que un desconocido hasta el 28 de julio dizque ganó la presidencia, sólo porque obtuvo un porcentaje mucho mayor de votos. ¿Qué diablos se habrán creído semejantes terroristas? Por eso, el país se ha visto en la obligación de expandir las cárceles, de crear recintos carcelarios nuevos, porque esta ola de terrorismo, con apoyo indispensable de naciones extrañas que se decían amigas, constituyen un severo peligro para la democracia y la paz de la nación. Semejante peligro, por suerte, ha sido bien atajado por las armas de policías y militares patriotas y colectivos. Más de veinte de esos terroristas han sido acribillados, más de dos mil ya tras las rejas, procesados. Para ellos la pena máxima, ah pues. Abajo el terrorismo.