Otra idea sobre Venezuela del presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, acaba de ser rechazada. El pasado jueves, 15 de agosto, Lula sugirió que el dictador Nicolás Maduro «convocara nuevas elecciones», con la presencia de observadores internacionales; además, propuso un «comité electoral suprapartidario» para que todas las fuerzas políticas participaran.
Por Sylvia Colombo / abc.es
«Aún no reconozco a Maduro como vencedor, él sabe que debe una explicación a la sociedad brasileña y al mundo», afirmó Lula durante una entrevista. El mandatario considera esencial, para un eventual reconocimiento de Maduro como ganador, la aparición de las actas electorales, que el Consejo Nacional Electoral (CNE) se ha negado a mostrar desde la noche de las elecciones presidenciales, el 28 de julio. La oposición venezolana, representada por su líder, María Corina Machado, no aceptó la propuesta.
Cambio de discurso
Se trata de un cambio de discurso muy claro desde la semana posterior a la votación, en la que Lula afirmó que «no había nada de anormal» en la divulgación de los resultados en Venezuela. «Una parte dijo que ganó, la otra lo disputa, y ahora el resultado debe ser resuelto por la Justicia. No hay nada fuera de lo normal. La prensa lo trata como si fuera la Tercera Guerra Mundial, pero no lo es».
Dos semanas después de la divulgación de un resultado que la comunidad internacional, la comisión técnica del Centro Carter y la representación de las Naciones Unidas presentes en el país (sin calidad de observadores), y gran parte de la sociedad venezolana consideran fraudulentos, el cambio de Lula es sintomático. Fuentes del Gobierno brasileño afirman al ABC que hay una «irritación» de Lula con la postura de Maduro, y una inquietud por una posible escalada de la inestabilidad en el país.
El CNE dio la victoria al actual presidente Nicolás Maduro con el 51,95% de los votos, frente al 43,18% de Edmundo González, sin presentar pruebas. Por su parte, la oposición presentó registros electorales que muestran que su candidato obtuvo el 67% de los votos, unos registros avalados por gran parte de la comunidad internacional y por centros independientes.
Elecciones regionales
Durante este período, el Gobierno brasileño se involucró directamente con la crisis en Venezuela, lo que le está causando un desgaste interno en el Congreso del país. El apoyo que Lula tiene en el Legislativo es frágil, carece de una mayoría y depende de acuerdos circunstanciales para hacer avanzar propuestas. No es la primera vez que el presidente de la Cámara, Arthur Lira, se manifiesta pidiendo que Lula «deje de preocuparse tanto por cuestiones internacionales» y se enfoque en el gobierno interno del país. En dos meses, Brasil tendrá elecciones regionales, y Lula está siendo presionado para involucrarse más en la campaña, bajo el riesgo de que el PT (Partido de los Trabajadores) pierda influencia en el país.
Una primera iniciativa de diálogo con las administraciones de Colombia y México, dos países gobernados por la izquierda y con buenas relaciones con Venezuela, no fructificó. México fue el primero en abandonar la negociación, pues afirmó que prefería participar solo después del pronunciamiento de la Corte Suprema de Venezuela.
Excluir a María Corina
Las negociaciones tampoco dieron fruto porque el trío insistía en que la interlocución debía realizarse con el candidato opositor Edmundo González Urrutia y no con la líder María Corina Machado. González Urrutia se presentó como candidato tras la inhabilitación de las dos candidatas preferenciales de la oposición, la propia María Corina Machado y, posteriormente, Corina Yoris.
Lula se ha involucrado en el pleito venezolano desde algunos meses antes de las elecciones. Apoyó, entre otras cosas, la idea de su homólogo colombiano, Gustavo Petro, de pedir a Maduro que firmara un acuerdo con la oposición para garantizar que quien perdiera las elecciones tuviera garantías de que no sería perseguido por el vencedor. Algo que el dictador venezolano tampoco aceptó. Al negar la participación de observadores internacionales reconocidos, el único representante de un gobierno extranjero en el país fue el asesor internacional para temas internacionales del gobierno de Lula, Celso Amorim. Sin la presentación de las actas electorales, Amorim dejó Caracas sin hacer declaraciones contundentes sobre el resultado de la elección. Afirmó, simplemente, que dejaba el país «preocupado».
Diálogo con observadores
Con la salida de México de las negociaciones, Lula y el presidente de Colombia, Gustavo Petro, han mantenido conversaciones sobre una posible solución a la crisis. Ahora, la pareja trabaja con la idea de intentar convencer a Maduro de aceptar un diálogo amplio con la presencia de países observadores y la oposición, además de la Unión Europea, en torno a la divulgación de las actas electorales.
Lula se ha negado a dialogar con María Corina Machado, ya que desde el principio consideró que su inhabilitación era legítima, dado que la precandidata «tenía problemas con la Justicia» y que el régimen tenía razón al no aceptarla. Históricamente, Machado se ha mantenido distante de Lula y le gusta reforzar que este «siempre ha sido un aliado del chavismo».
Ahora, sobre la propuesta del brasileño, afirmó que «la soberanía popular no es negociable, así como tampoco lo es la propuesta de rehacer las elecciones».