El hundimiento del supervelero Bayesian, una embarcación reconocida por su imponente mástil de aluminio 75 metros, considerado el más alto del mundo construido en ese material, podría parecer un incidente excepcional. Sin embargo, ha sido descrito por expertos como una consecuencia de las fuerzas de la naturaleza, agravadas por las características técnicas del barco.
Por infobae.com
Gino Ciriaci, un veterano arquitecto naval con más de 50 años de experiencia en peritajes náuticos y control de construcciones, explica que lo ocurrido con el Bayesian no es un hecho aislado, sino un fenómeno predecible bajo ciertas condiciones meteorológicas extremas, como la tromba de agua -una especie de mini tornado- que golpeó la costa siciliana donde el barco estaba fondeado.
“El mástil más alto del mundo es también el más peligroso porque recibe el viento a gran altura, y los aparejos, los cables de acero que regulan los mástiles, oponen una resistencia enorme. No es extraño que un ciclón haya conseguido derribar el mástil del Bayesian. Sucesos así ya han ocurrido antes”, afirmó Ciriaci en una entrevista con Il Corriere della Sera.
El Bayesian, un velero de lujo clasificado como una “embarcación de recreo” pese a sus 56 metros de eslora, estaba equipado con un mástil de aluminio que, aunque ligero y resistente, es vulnerable bajo ciertas condiciones, explicó Ciriaci. Según el experto, la altura del mástil y su material no ofrecieron una protección adecuada frente a la presión ejercida por el viento. “Cuando cambian las condiciones meteorológicas, la presión de la jarcia cambia en proporción a la violencia del acontecimiento, y el hecho de que el mástil fuera de acero no habría cambiado nada. Con un mástil tan alto, el viento debe haber ejercido una presión de decenas de toneladas”, explicó.
Este tipo de presión, especialmente cuando es generada por fenómenos como la tromba de agua, puede superar las capacidades de resistencia de la estructura del mástil, llevando a su colapso.
Ciriaci destacó que, una vez que el mástil cae, el comportamiento del barco cambia drásticamente: “Una vez que ha caído, el barco cabecea y se balancea con mucha más fuerza: sin el mástil y las velas para amortiguar estos movimientos, el casco tiende a reaccionar más libremente al viento y las olas. En este caso, el torbellino fue tan violento que el barco patinó, se inclinó y puso el borde de la cubierta bajo el agua. En ese momento, el agua empezó a entrar y el barco se hundió”.
La Guardia costera intervino tras el hundimiento del velero que llevaba a 22 personas a bordo, 10 tripulantes y 12 pasajeros, y pudo rescatar a 15 de ellos, que lograron subir a cubierta y cayeron al agua.
Según lo reconstruido, los turistas dormían en sus camarotes cuando la tromba marina golpeó el yate y el mástil se rompió; las fuertes ráfagas de viento empujaron entonces el velero a inclinarse hacia un lado y finalmente se hundió en el tramo de mar frente a Porticello, en Sicilia.
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