Manitos de luz, una organización de mujeres que iluminan la vida de los más necesitados

Manitos de luz, una organización de mujeres que iluminan la vida de los más necesitados

Ayudan a pacientes que tienen enfermedades oncológicas o raras

 

En los últimos años, los venezolanos han aprendido a surfear la crisis y de situaciones apremiantes, surgen alternativas de cómo resolver los problemas. Tal es el caso de lo que pasó durante la escasez del 2016- 2017, cuando en los anaqueles no había productos tan básicos como la harina pan o un jabón para bañarse.

Irene Revilla / Corresponsalía lapatilla.com





Durante ese oscuro periodo de desabastecimiento y colas interminables para comprar lo más esencial para vivir, nació Manitos de Luz, una iniciativa de un grupo de mujeres que se organizaron para brindar apoyo a los más necesitados. Norkys María Saavedra Perozo es una paraguanera que lidera la organización que inició sus actividades en septiembre de 2017 y se formalizó siete meses después.

Recuerda con gran tristeza y a la vez regocijo, que en ese tiempo las familias hacían malabares para poder llevar algo de comida a sus casas, pues aparte de la escasez, los sueldos no alcanzaban para nada.

Este problema generó que se conformaran grupos por Facebook para intercambiar productos. En su caso, aunque no es madre, pertenecía a uno llamado “Súper Mamá Trueques”, donde las mujeres cambiaban unos productos por otros, es decir, la que compraba pañales, pero necesitaba leche, lo ponía en el grupo y alguien que estuviera interesado se ponía en contacto y se hacía el trueque.

“Así pasó muchas veces y es que de cada experiencia hay una enseñanza. Un día decidimos las que estábamos en ese grupo hacer algo para darle comida a la gente de la calle, porque había mucha gente pidiendo, con hambre, y era impresionante el número de personas en la calle buscando en la basura qué comer. Así nos unimos de una en una, nos organizamos para hacer 80 arepas y terminaron saliendo 115. Luego nos fuimos a repartir por todas esas calles. Llegamos cansadas, pero satisfechas, aunque pensando en que les dimos una comida, pero ¿y los demás días y las horas siguientes? Yo misma me respondí que Dios tiene el control, y así como nos unimos nosotras, muchas personas más lo iban a hacer”, recuerda Saavedra.

Servir a los demás

 

También atienden a la etnia Wayú que tiene unas 200 personas distribuidas entre los municipios Carirubana y Los Taques

 

Norkys es una mujer que irradia luz, tranquilidad, alegría, siempre está sonriendo. Vive en un sector popular de Punto Fijo, la principal ciudad de la Península de Paraguaná, desde donde da y recibe las donaciones.

“No sé cómo llegué a ser la cabeza de la organización. Cuando nos formalizamos, necesitábamos decidir quién estaría al frente y todas voltearon a verme. Aunque esto no estaba en mis planes, aquí estoy, buscando ayudas siempre, cazando ofertas en las farmacias, ayudando al que lo necesite y organizando eventos para ayudar. Aunque soy asistente contable y técnico en Informática, mi primer trabajo está dedicado a servir”.

Norkys está actualmente acompañada por 12 mujeres que son sus pilares en la fundación. Ayudan a los niños con cáncer, buscan medicamentos y ayudas para los pacientes renales, llevan jornadas de alimentación, ropa, juguetes y medicinas para las comunidades más remotas y alejadas, también bendicen a los niños que nacen al culminar el año y al entrar el nuevo.

Poco a poco se han ido diversificando, pues su misión se ha extendido para atender a los grupos que lo necesitan. “Siempre decimos que somos cómplices de sonrisas, porque creemos que hay que fomentar la bondad en la gente, para que esa bondad abrace a cada niño. Después del verbo amar, el verbo ayudar es bueno. Nos enfocamos principalmente en dos grupos: en los niños, que es el inicio de la vida y deben tener una vida plena; y en los abuelitos, porque todo adulto mayor merece cerrar su ciclo de vida en paz y con mucho amor”.

La pandemia no paralizó las ayudas

 

 

Norkys y su equipo se enfrentaron a la pandemia por la Covid-19. Sabían que debían ayudar, pero no entendían cómo. “Teníamos algunos medicamentos aquí, no podíamos quedarnos con eso mientras la gente se moría en el hospital o en sus casas y no tenía cómo comprarlos. Lo que hicimos fue manejarlo todo por teléfono. A mí me llegaban las cajas con medicamentos y ayudas de venezolanos en otros países. Las empresas de envíos las dejaban en la puerta de la casa, luego yo salía, les echaba alcohol y empezaba a repararlas. Cuando la gente necesitaba, lo que hacía era que las ponía en bolsas en la reja de la casa y llamaba a las familias para que retiraran. No tuvimos contacto piel a piel, pero siempre estuvimos atentos y pendientes para ayudar. Creo que la pandemia nos dejó una gran enseñanza y es que hay que ayudar a todo el que esté en nuestro camino, abrazarnos y cuidarnos, porque que el encerramiento nos costó muchísimo”.

Su equipo también se enfermó, incluso, ella misma sufrió por el Covid 19, pero afortunadamente pudo recuperarse. “La gente cree que uno no se enferma. En mi casa se asombran cuando digo que no me siento bien, pero es que también somos seres humanos y también sufrimos lo que pasan muchos venezolanos, solo que papá Dios siempre me levanta y es que me muestra que muchos están peor que yo, que hay niños llorando de dolor de cáncer, que hay abuelitos que no tienen nada qué comer ni sus medicinas, que hay madres llorando por la salud de sus hijos, que hay pacientes renales que no pueden tomar mucha agua porque se dializan. Cuando uno ve eso, empieza a valorar la salud, los abrazos, la familia y el amor”.

El protagonismo no hace bien a nadie

 

 

En Manitos de Luz creen que el protagonismo no le hace bien a ninguna organización. Por eso creen que los donantes han creído en este trabajo, que nació para brindar un plato de comida en una tarde, pero que se ha expandido a otros municipios y atender grupos grandes.

Y es que los pensamientos en grande de las voluntarias de este grupo han provocado una lluvia de bendiciones. “Nosotros no publicamos fotos amarillistas de nuestros niños o abuelos, publicamos alegría y amor, porque lo que tenemos en el corazón es lo que damos y eso mismo se lo decimos a los donantes. Hay muchos anónimos, hay otros que sí prefieren saber dónde se entregó cada cosa y para eso somos muy meticulosos. Tenemos registro y facturas de todo para explicar cada cosa que llega y a dónde va a parar”, explicó.

Sueños y metas

 

Han llevado jornadas a zonas alejadas de la localidad

 

Aunque la fundación nació en medio de una desesperación por saciar el hambre de algún paraguanero, poco a poco se han ido formando para ser mejores.

Los sueños están encaminados a tener un refugio, un lugar donde haya médicos especialistas de diferentes áreas, dormitorios, alimentos y refugio para el que lo necesite.

“Aunque soñamos con un refugio, sé que la sobre ayuda es mala. Creo que si enseñamos a la gente a pescar, es mejor que darles el pescado ya frito. Hay mucha gente que busca dar bendición a otro y hemos sido partícipes de eso, esto no es cuestión de suerte, sino de bendiciones que llegan directamente de Papá Dios”.

Existen los milagros

 

También atienden a la etnia Wayú que tiene unas 200 personas distribuidas entre los municipios Carirubana y Los Taques

 

Para Norkys y su equipo, lo más doloroso es ver cuando un niño muere a causa del cáncer. Asegura que Dios ha respondido a las plegarias que eleva cada día que acude al hospital o ayuda a una familia para entregar un medicamento.

“He visto los milagros y es que Dios nos los muestra. Los dos que más me han dejado impresionada son Rocío Esmeralda Salcedo Salazar y Vielit Santiago Suárez Pérez. Ambos niños con diagnósticos oncológicos que sobrevivieron a la enfermedad y se han ido recuperando poco a poco. He visto casos de niños a punto de morir y Dios los levanta y vuelven a ser niños sanos y con una vida normal”.

Tanto ella como su equipo han tenido días donde las ayudas no llegan, no hay donaciones y tampoco tienen nada qué ofrecer, pero luego de poner las peticiones en nombre de Dios las cosas llegan a sus manos sin explicación.

Aunque hay venezolanos en otros países que quieren enviar cajas de insumos, se les ha puesto cuesta arriba porque los envíos para recibir en Venezuela son bastante costosos y la fundación no puede asumirlos. “Durante la pandemia los envíos fueron gratis y de verdad que llegaron ayudas y bendiciones que no esperábamos, pero cuando cambiaron el estatus de los envíos para este país es complicado conseguir el dinero para pagarlos”.

Manitos de Luz recibe ayuda de Amigas por Venezuela, un grupo de mujeres que están en República Dominicana y envían insumos de primera necesidad, así como medicamentos. También reciben apoyo de un grupo de fabricadores y soldadores que están en diferentes países del mundo. Con este último logran hacer estudios especializados a niños con cáncer o pacientes renales. También ayudan a comprar medicamentos de alto costo, porque un paciente puede necesitar hasta 700 dólares semanales solo para adquirir ampollas de quimioterapia.

“Lo más bonito de todo es cuando los ves sonreír por algo que les hacía falta y pudiste resolver. Cuando la gente te recibe en sus comunidades, te abrazan, disfrutan de un día diferente, con juegos, comida, juguetes y otras cosas que llevemos. Dios es bueno y siempre manda ángeles para que nos ayuden a cumplir nuestra misión. Sí, hay mucha necesidad, pero también si todos colaboramos, la vida sería más fácil”, concluyó.

Manitos de Luz está en Facebook e Instagram como @manitosdeluzpf y también los pueden ubicar a través del 0414-6905528