La sentencia del Supremo chavista ha profundizado el parteaguas que divide a las Américas. La estratagema de Nicolás Maduro para no dar a conocer las actas electorales en las que resulta perdedor por goleada sólo ha convencido a sus estrechos aliados de Cuba y Nicaragua, quienes salieron de inmediato a aplaudir al falso ganador.
Por: El Mundo
“Se ha confirmado la victoria del pueblo de Bolívar, del pueblo de Chávez, del pueblo de Nicolás Maduro. Felicidades, queridos hermanos”, festejó Daniel Ortega en la plaza de Managua que cuenta con un monumento al “comandante supremo”, rodeado de los inmensos arbolatas (árboles metálicos) plantados por su mujer, Rosario Murillo.
En La Habana también se ha celebrado la “victoria”, acompañada de la habitual perorata revolucionaria, esta vez en palabras del canciller Bruno Rodríguez: “Deben respetarse las decisiones de las instituciones venezolanas y cesar la injerencia en Venezuela”. Bolivia y Honduras, con gobiernos revolucionarios e izquierdistas, también acompañan con su apoyo a las dictaduras de la región.
En cambio, en el bloque que forman los tres países mediadores, la sentencia provocó un nuevo cambio de postura de Andrés Manuel López Obrador. El presidente mexicano, aliado histórico del chavismo, se había puesto en manos del TSJ sin mayor sonrojo, pero ha regresado a la postura inicial de la publicación de las actas. No obstante ha asegurado que el Supremo había mandado su exhibición. No es así: en la sentencia, los jueces adelantan que el Consejo Nacional Electoral publicará los resultados, sólo los resultados sin mayor detalle, en la Gaceta Oficial del Estado.
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