Las horas van corriendo y sobre el candidato opositor, Edmundo González, pesa una orden de detención si no atiende a los requerimientos de la Fiscalía del régimen. “Detenerle sería el peor de los errores que podría cometer Maduro porque, si bien es cierto que no se ha producido una reacción internacional firme para rechazar el fraude, tampoco ha habido un reconocimiento”. Un hecho como ese, dice Leopoldo López Gil, podría generar una respuesta internacional de calado, aunque lo cierto es que la ambigüedad y el mirar para otro lado está siendo la nota dominante, y eso sin que se haya entregado ni un solo acta y con más de veinte asesinatos desde la celebración de las elecciones.
Por Javier López | esdiario
El régimen venezolano actúa siempre igual: deja que el tiempo pase hasta que el fraude queda consumado, la oposición desorientada y dividida, y vuelta a empezar hasta el próximo envite. De momento la oposición se mantiene unida en torno a la figura de María Corina Machado y fuera de España, Leopoldo López, el hijo de Leopoldo López Gil, que en los últimos años llevó la voz democrática de Venezuela al Parlamento Europeo, donde ocupó escaño por el Partido Popular español. “El Parlamento Europeo no siempre tiene la misma posición que la Comisión, que al final es la posición de 27 países. En la pasada legislatura aprobamos al menos seis resoluciones en apoyo a la democracia en Venezuela, pero las sanciones europeas son unipersonales, sobre personas a las que se les comprueban violaciones a los derechos humanos”, dice Leopoldo López Gil que admite que la posición europea ahora tendría que ser más dura.
Zapatero y la teoría del espejo sucio
Y dentro del ámbito europeo y socialdemócrata hay personajes como José Luís Rodríguez Zapatero que se han convertido en una especie de “bestia negra” para la oposición democrática venezolana, a diferencia de otros como Josep Borrell o Felipe González, con los que Leopoldo López Gil guarda una gran sintonía y amistad en el caso del expresidente. Le preguntamos por la extraña actuación de Zapatero en el caso venezolano, por sus parciales posicionamientos, por su silencio hasta cuando instituciones de prestigio del Centro Carter han proclamado el fraude electoral. “Si todas las mañanas te miras en el espejo y no tienes nada que cuestionarte, muy bien, pero si tu conciencia no queda clara, el resto del día no estarás bien. Yo creo que deberíamos pasarle un trapito al espejo de Zapatero para que se viera mejor”, dice Leopoldo López Gil, que admite que no estaría demás establecer algún tipo de “sanción moral” para comportamientos como el suyo, o como el de compañías petroleras como Repsol para que no compre petróleo a Venezuela: “Habría que exigir a los accionistas de Repsol que se comportaran de acuerdo con los principios de la nación española”, sentencia. Tal que Rodríguez Zapatero.