Irán lanzó con éxito este sábado el satélite de investigación ‘Chamran-1’ que alcanzó una órbita a 550 kilómetros en el espacio y ya mandó sus primeras señales.
“Este satélite pesa unos 60 kilos y su misión principal es probar sistemas de hardware y software para poner a prueba la tecnología de maniobra orbital en diferentes alturas y fases”, indicó la agencia estatal IRNA en un informe.
?? Iran launches new research satellite Chamran-1 into orbit.
Iran says its satellite launches are civilian in nature but the West warns the technology can be used for ballistic missiles.#Iran #Satelite pic.twitter.com/YPLFelYana
— ???? ????????? (@komunistvb) September 14, 2024
Además, el satélite llevará a cabo evaluaciones de subsistemas de propulsión de gas frío y de navegación y control de estado, como parte de sus objetivos secundarios.
‘Chamran-1’, lanzado con el cohete ‘Ghaem-100, diseñado y fabricado por la división aeroespacial de la Guardia Revolucionaria iraní, ya envió sus primera señales a las estaciones terrestres.
El satélite fue diseñado y construido por el Grupo Espacial de Industrias Electrónicas de Irán (Sairan) con la cooperación y participación del Instituto de Investigación Aeroespacial y empresas privadas.
Irán ha logrado importantes avances en el campo del lanzamiento de satélites y el desarrollo de tecnología espacial en las últimas dos décadas, pese a las críticas del Occidente.
En 2009 puso en órbita su primer satélite y en 2017 inauguró el Centro Espacial Nacional Imán Jomeini y lanzó un cohete espacial portador del satélite Simorgh.
Tres años más tarde, en 2020, logró poner en órbita su primer satélite militar, después de varios fracasos.
Y en enero pasado, tras varios intentos fallidos, lanzó con éxito tres satélites de manera simultanea.
Los países occidentales, encabezados por Estados Unidos, han condenado siempre los lanzamientos y denuncian que Teherán los lleva a cabo para acelerar su capacidad para desarrollar misiles balísticos intercontinentales, ya que emplean una tecnología similar.
Irán, sin embargo, lo niega y defiende su avance tecnológico como un “derecho legítimo”. EFE