La actual situación de los presos políticos en Venezuela ha alcanzado niveles críticos, despertando las alarmas internacionales tras las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio.
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Lejos de ser un día histórico para la democracia del país, la respuesta de Nicolás Maduro luego del proceso electoral de ese domingo de julio, marcó la profundización de un modelo de gobierno basado en la represión y persecución contra aquellos que disienten.
Según Humberto Prado, director del Observatorio Venezolano de Prisiones, el incremento de detenciones arbitrarias es una repetición de la historia vivida en años anteriores, donde el aparato estatal utilizó su poder para silenciar a la oposición y a quienes critican el accionar del régimen.
Prado, quien es fiel defensor de los derechos humanos en Venezuela, ha denunciado desde hace años la difícil situación que enfrentan los presos políticos en el país, por lo que asegura que las detenciones postelectorales forman parte de un “patrón de represión” de la actual administración.
“Cuando me hablas del incremento de detenidos después de las elecciones del 28 de julio, puedo responder de manera general que esa historia ya la vivimos”, afirmó Prado en referencia a los hechos ocurridos en 2015, cuando el oficialismo inició una ola de persecuciones y encarcelamientos contra diputados y líderes políticos.
En este sentido, mencionó que aunque el contexto parece diferente, el modus operandi del chavismo sigue siendo el mismo: detenciones arbitrarias, persecución selectiva y violaciones sistemáticas de los derechos humanos.
Sin embargo, hay un factor diferenciador en el accionar del presente año: en la ola represiva entre finales de julio y agosto hubo al menos 25 fallecidos, una gran cantidad de personas heridas y más de 2.200 detenidos.
De acuerdo a Prado, esta vez el foco de la represión no ha sido solo hacia los actores políticos, sino también hacia el ciudadano de a pie, como observadores, presidentes de mesa y testigos electorales que participaron en la supervisión de los comicios.
Condiciones inhumanas
En cuanto a las condiciones en las que se encuentran los presos políticos de Venezuela, el abogado y activista señaló que no están recibiendo un trato diferente al de los presos delictivos.
En este contexto, Humberto señaló que los recintos penitenciarios desmantelados por el Gobierno con el pretexto de acabar con el “pranato”, tales como Tocorón y Tocuyito, ahora albergan a presos políticos en condiciones “inhumanas”, pues fueron diseñados para menos de 750 personas, pero hoy sobrepasan los 1.000 reclusos, muchos de ellos sin acceso a visitas, atención médica o defensa legal adecuada.
“A los presos políticos postelectorales no les han permitido visitas y los han mantenido aislados de sus familias”, señaló Prado. Además, se les ha negado asistencia legal con abogados de su confianza, violando de forma flagrante sus derechos establecidos en la Constitución Nacional y en el Derecho Internacional.
Ante esta realidad, Prado mencionó que el hacinamiento crítico y la falta de salubridad han convertido las cárceles venezolanas en “universidades del delito”, donde la reinserción social parece una utopía distante.
Además, destacó el impacto psicológico de las detenciones arbitrarias, no solo en los detenidos, sino en sus familiares, particularmente en los niños, que sufren las consecuencias de la represión estatal.
Terrorismo de Estado
Las detenciones masivas, torturas y persecuciones no son hechos aislados, sino parte de una política de Estado, según ha indicado la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Misión Internacional de Determinación de los Hechos sobre Venezuela. Ambos organismos han señalado que el país practica un “terrorismo de Estado”, donde el miedo y la represión son herramientas utilizadas para mantener el control político y social.
Prado ha insistido en que no hay autonomía ni separación de poderes en Venezuela, una realidad que facilita la impunidad con la que se cometen estas violaciones. “El sistema judicial está completamente comprometido. Los presos políticos no tienen derecho a una defensa adecuada, y en muchos casos se les asignan defensores públicos que actúan en favor del Estado”, afirmó.
Presos como fichas de canje
La presión internacional ha sido clave para visibilizar la situación de los presos políticos en Venezuela. Sin embargo, Prado advirtió que aunque los organismos internacionales han emitido múltiples condenas, el régimen de Maduro sigue utilizando a los detenidos como “barajitas de cambio” en negociaciones políticas.
“Es necesario que la comunidad internacional mantenga la presión, pero de una manera constante, porque cuando Venezuela deja de estar en el centro de atención, la represión continúa”, advirtió Prado.
Con más de 1.900 presos políticos documentados actualmente (tras la liberación de algunos), la crisis venezolana sigue siendo un tema pendiente en la agenda internacional de derechos humanos. Prado hace un llamado a las organizaciones internacionales para que continúen denunciando las detenciones arbitrarias, desapariciones forzadas y torturas que se siguen practicando en el país.
“Pareciera que seguimos el camino de otros países con dictaduras prolongadas, como Cuba o Nicaragua. Mientras haya represión, habrá más migración, más presos políticos y más violaciones de derechos humanos. Lo que nos queda es mantener la presión y exigir la liberación de todos los presos políticos en Venezuela”.
“Ya son dos meses sin saber nada de mi hermano”
Mientras el sábado 28 de septiembre el chavismo hizo marchas en conmemoración de los dos meses de la supuesta “victoria electoral” de Nicolás Maduro, la historia de los familiares de los presos políticos es totalmente diferente.
La angustia y el dolor de no saber “nada” de su familiar marca cada minuto, haciendo que los días sean más largos, como si el reloj “diera vuelta hacia atrás”.
“Hoy son dos meses que no sabemos nada de mi hermano. La última vez que supimos de él fue el lunes 29 de julio cuando estábamos protestando. Desde entonces no sabemos nada de él. Nos habían dicho que estaba recluido en Tocorón, pero es incierto, no sabemos ni siquiera si sigue con vida”, fueron las crudas palabras de quien sufre las secuelas de una dictadura y que por miedo no revela su identidad.