Qué son las Haenyeo, las “madres del mar” de Corea del Sur

Qué son las Haenyeo, las “madres del mar” de Corea del Sur

En Jeju, las Haenyeo se sumergen hasta diez metros para buscar mariscos sin equipos de buceo desde hace siglos (REUTERS)

 

 

 

En la isla de Jeju, un pequeño paraíso volcánico en el sur de Corea del Sur, habita una comunidad de mujeres cuyo vínculo con el mar es tan profundo como ancestral. Son las Haenyeo, las “madres del mar”, buceadoras que, desde tiempos inmemoriales, se sumergen sin equipo de oxígeno hasta diez metros de profundidad para recolectar mariscos, algas y moluscos. Con un solo aliento, estas mujeres desafían las frías aguas del Pacífico durante horas, día tras día, en una tradición que ha sido transmitida de madres a hijas a lo largo de más de cuatro siglos.

Por: Infobae

La historia de las Haenyeo se remonta al siglo XVII, cuando comenzaron a aparecer en los registros históricos como jamnyeo, o mujeres buceadoras. En aquel entonces, tanto hombres como mujeres se dedicaban a esta peligrosa tarea, pero una serie de eventos políticos y sociales transformó la profesión en algo casi exclusivamente femenino.

Como escribe el investigador Luciano Candisani, los hombres de Jeju fueron apartados del mar por las autoridades coreanas, que comenzaron a confiscar los abulones –uno de los moluscos más preciados– como pago de impuestos. Frustrados por los abusivos tributos, muchos abandonaron la isla en busca de trabajo en tierras lejanas o fueron reclutados por el ejército. Las mujeres, sin embargo, se quedaron atrás y asumieron el rol de proveedoras principales para sus familias, enfrentando los desafíos del mar con una valentía que se convertiría en su marca distintiva.

Este giro inesperado dio origen a una cultura singular en Corea, una tierra donde, hasta bien entrado el siglo XX, las mujeres estaban relegadas a roles secundarios en casi todos los aspectos de la vida social. Sin embargo, en Jeju, este grupo se convirtió en las líderes económicas de sus comunidades. Se levantaban al amanecer, dirigían una plegaria a Jamsugut, la diosa del mar, y luego, equipadas con sus trajes de neopreno y cuchillos de recolección, se zambullían en las gélidas aguas. Allí, soportaban las corrientes y las temperaturas extremas durante hasta siete horas al día, en jornadas que se repetían tres meses al año.

 

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