¿Por qué tengo hambre todo el día? La ciencia lo explica

¿Por qué tengo hambre todo el día? La ciencia lo explica

Una mujer abre el frigorífico a deshoras (Shutterstock España)

 

Muchas personas aseguran sentir hambre todo el día. Pican entre horas, desde dulce (alguna galleta) hasta salado (un par de trozos de queso), y nunca terminan de saciarse. Esto, además de contribuir a un indeseado aumento de peso, puede resultar muy frustrante para quien lo experimenta, ya que nunca acaban de sentirse completamente llenos.

Por infobae.com





Las causas subyacentes a tener hambre todo el día pueden ir desde factores emocionales hasta condiciones médicas, hábitos de vida y el uso de ciertos medicamentos, como recoge MedlinePlus.

Ansiedad

La ansiedad es una causa común de hambre constante. Cuando el cuerpo está en un estado continuo de estrés o ansiedad, el sistema nervioso puede desencadenar la liberación de hormonas del estrés como el cortisol, lo que a su vez puede aumentar el apetito. El cortisol está asociado con una mayor necesidad de energía rápida, lo que puede generar un antojo por alimentos ricos en calorías, azúcares y grasas. Este ciclo puede llevar a comer en exceso y a una sensación de hambre constante, incluso si el cuerpo no necesita físicamente más comida.

Además, la ansiedad emocional puede provocar un tipo de hambre conocida como “hambre emocional”. En este caso, las personas comen para intentar calmar la ansiedad, incluso cuando no tienen hambre física, lo que perpetúa la sensación de necesidad de comer durante todo el día.

Beber poca agua

No beber suficiente agua puede confundirse fácilmente con hambre. Esto sucede porque las mismas partes del cerebro que regulan la sed también están involucradas en la regulación del hambre. Si no estás bien hidratado, tu cuerpo puede enviar señales que interpretas como hambre, cuando en realidad lo que necesitas es agua. Este error en la interpretación de las señales puede llevar a comer en exceso o a buscar alimentos cuando simplemente deberías estar tomando más líquidos.

Ser diabético

La diabetes tipo 2 puede ser una causa subyacente de sentir hambre todo el tiempo. En esta condición, el cuerpo tiene problemas para usar adecuadamente la insulina, la hormona que regula los niveles de glucosa en sangre y estos pueden permanecer elevados, pero las células no reciben la cantidad adecuada de glucosa para obtener energía. Esta falta de energía a nivel celular puede enviar señales al cerebro para que sientas hambre, incluso después de haber comido.

En las personas con diabetes tipo 2, este círculo vicioso puede resultar en un aumento de la ingesta de alimentos, lo que complica aún más el control de la glucosa. Si sientes hambre constante junto con otros síntomas como sed excesiva, micción frecuente o fatiga, es importante consultar a un médico para descartar o tratar la diabetes.

Tener hipertiroidismo

El hipertiroidismo ocurre cuando la glándula tiroides produce demasiadas hormonas tiroideas, lo que acelera el metabolismo del cuerpo. Este aumento en la velocidad del metabolismo puede hacer que sientas hambre todo el tiempo, ya que tu cuerpo quema calorías a un ritmo más rápido de lo normal. A pesar de comer más, muchas personas con hipertiroidismo también pierden peso sin razón aparente debido a la rapidez con la que su cuerpo está procesando la energía.

Si tienes hambre constante y experimentas otros síntomas como pérdida de peso inexplicada, sudoración, nerviosismo o temblores, podrías estar enfrentando un caso de hipertiroidismo, y sería importante que un médico evalúe tu función tiroidea.

Dormir mal

El mal descanso o la falta de sueño pueden afectar el equilibrio hormonal de tu cuerpo, específicamente las hormonas relacionadas con el apetito: la leptina y la grelina. Esta última es la hormona que estimula el apetito, mientras que la leptina es la que indica que estás lleno. Cuando no duermes lo suficiente, los niveles de grelina aumentan y los de leptina disminuyen, lo que te hace sentir más hambre y menos saciedad.

El sueño inadecuado también puede afectar tu capacidad para tomar decisiones alimenticias, ya que puede aumentar los antojos de alimentos altos en calorías, lo que te lleva a comer más a lo largo del día.

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