A Erik y Lyle Menéndez aún les queda un largo camino por recorrer antes de poder salir de prisión, a pesar de que el fiscal de distrito del condado de Los Ángeles ha recomendado que se anulen sus condenas a cadena perpetua sin libertad condicional y que los hermanos vuelvan a ser sentenciados y puedan solicitar la libertad condicional.
Los hermanos, condenados por los asesinatos de sus padres en 1989 en la mansión familiar de Beverly Hills, tendrán que conseguir que un juez acepte la recomendación que el fiscal del distrito de Los Ángeles, George Gascón, hizo el jueves.
A continuación, una junta de libertad condicional deberá aprobar su puesta en libertad. Este último paso depende del gobernador de Caliofornia, Gavin Newsom, que podría rechazar la decisión de la junta.
Es un proceso incierto que probablemente se prolongue durante meses.
Lyle Menéndez, de 21 años, y Erik Menéndez, de 18, admitieron que mataron a tiros a su padre, José Menéndez, un ejecutivo del mundo del espectáculo, y a su madre, Kitty Menéndez. Los hermanos dijeron que temían que sus padres estuvieran a punto de matarlos para evitar que la gente descubriera que José Menéndez había abusado sexualmente de Erik Menéndez durante años.
En ese momento, la Fiscalía alegó que no había pruebas de abuso sexual. El primer juicio de los hermanos terminó sin que el jurado llegara a un acuerdo, y los fiscales lograron una condena en un segundo juicio, después de que gran parte de las pruebas de abusos fueran desestimadas. La Fiscalía también dijo entonces que los hermanos cometieron el crimen porque querían apoderarse del patrimonio multimillonario de sus padres.
Ahora, el fiscal y los familiares dicen que el mundo entiende mejor el papel del trauma en los casos de abusos sexuales. Sin embargo, los críticos acusan al fiscal de estar usando el caso para beneficio político.
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