Cuando una erupción volcánica sepultó la antigua ciudad de Pompeya, los últimos momentos desesperados de sus ciudadanos quedaron preservados en piedra durante siglos.
Por: Infobae
Los observadores ven historias en los moldes de yeso que luego se hacen de sus cuerpos, como una madre sosteniendo a un niño y dos mujeres abrazándose mientras mueren.
Pero nueva evidencia de ADN sugiere que las cosas no eran lo que parecían, y estas interpretaciones predominantes surgen de mirar el mundo antiguo con ojos modernos.
“Pudimos refutar o desafiar algunas de las narrativas previas construidas sobre cómo se relacionaban entre sí estos individuos”, dijo Alissa Mittnik del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Alemania. “Esto abre diferentes interpretaciones sobre quiénes podrían haber sido estas personas”.
Mittnik y sus colegas descubrieron que la persona que se creía que era la madre era en realidad un hombre que no tenía parentesco con la niña. Y al menos una de las dos personas que se abrazaban (que durante mucho tiempo se creyó que eran hermanas o madre e hija) era un hombre. Su investigación fue publicada el jueves en la revista Current Biology.
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