La extracción ilícita de arcilla pone en riesgo el atractivo turístico de las Cárcavas de Quíbor

La extracción ilícita de arcilla pone en riesgo el atractivo turístico de las Cárcavas de Quíbor

Cortesía

 

Ubicadas a 30 minutos de Barquisimeto, Las Cárcavas de Quíbor en el estado Lara, donde se está gestando un proyecto ecoturístico se ha convertido hasta ahora en uno de los principales atractivos turísticos del municipio Jiménez, visitado no solo por su artesanía y las Lomas de Cubiro, sino que también, este paisaje ubicado en la avenida Rotaria Circunvalación Sur, frente al Centro Artesanal La Tinaja, se ha convertido en la parada obligatoria para propios y visitantes, comparable con la Hundición de Yay de la población de Sanare en el municipio Andrés Eloy Blanco.

Las imponentes Cárcavas de Quíbor son una porción de tierra la cual sufrió un proceso de erosión debido a corrientes de agua, formando socavones (cárcavas) que dan vida a una flora y fauna que aunque no está inventariada hasta el momento, se habla de que pueda existir una variedad de especies que conviven en estas arcillosas tierras.

A simple vista, las Cárcavas de Quíbor no podrían significar mucho, pero así como al norte de Arizona en Estados Unidos cuentan con el Gran Cañón, lugar que atrae a millones de turistas al año, en el estado Lara, los quiboreños cuentan con las Cárcavas, un paisaje que forma parte de su identidad cultural y es de los 300 sitios de interés arqueológico del municipio Jiménez.

No es primera vez que un paisaje natural se ve amenazado por la acción del hombre, y en el estado Lara ya ha sucedido con otros atractivos o espacios naturales que son invadidos por la mano del hombre. En este caso, al menos cinco hectáreas de este paisaje natural han sido objeto de explotación por parte de particulares, hasta ahora no identificados, al parecer, podrían ser de empresas privadas, quienes ya han comenzado a extraer arcilla, que es un mineral no metálico el cual tiene diversos usos, tanto para la construcción, la industria cosmética y hasta para el área de la agricultura, acabando de a poco con los socavones formados naturalmente. Asimismo, también fue denunciada la posible construcción de una represa artificial.

Para ello La Patilla consultó a Hildebrando Arangú, profesional de las Ciencias Ambientales y experto en derecho ambiental, quien comenzó abordando los aspectos jurídicos en el marco de esta actividad ilícita que se está desarrollando en este espacio natural, aun y cuando el Estado ordenó la paralización.

Arangú, quien también es docente universitario, señaló que el marco jurídico legal regula todas las actividades que sean susceptibles de afectar el ambiente. En este caso, el artículo 127 de la Constitución Nacional reza que toda actividad que ocasione daños a los ecosistemas, debe llevar previamente un estudio de impacto ambiental el cual debe ser contratado por el promotor del proyecto para luego presentarlo a la autoridad competente, quien se encarga de hacer las evaluaciones y determina el grado de sensibilidad y el alcance de las acciones que se podrían ejecutar. Estos estudios son regulados por una serie de normas y técnicas.

En este caso, no existe un estudio de impacto ambiental, ni la debida permisología para la realización de esta actividad considerada ilegal.

Explotación con fines comerciales

Aunque no está determinado, ni se conoce la identidad de la persona o empresa que está realizando la explotación de la arcilla, Hildebrando Arangú, detalla que esta extracción no es más que una explotación con fines comerciales y que en este lugar donde constantemente se observan máquinas y vehículos de carga pesada, sacan la arcilla que luego podría ser comercializada.
Por esa razón, considera que esta actividad debería someterse a una consulta pública por tratarse de un espacio que es de los quiboreños, quienes además se identifican culturalmente con él, a nivel nacional.

Sin permiso gubernamental

El experto en Ciencias ambientales señaló que cuando hubo los primeros movimientos de tierra, al lugar se acercaron unas autoridades quienes luego de realizar la inspección, ordenaron la paralización de la actividad, pero los responsables de la extracción no dieron la cara por lo que no se sabe a ciencia cierta si se trata de una empresa privada o particular, quienes no cuentan con instrumentos de control previo como licencias, permisos y autorizaciones.

A pesar de eso, la extracción no ha cesado y los entes gubernamentales han estado de espaldas a la situación y al peligro inminente que corre la biodiversidad del lugar, violando los derechos constitucionales, a pesar de que introdujeron una denuncia ante el Ministerio Público hace cinco meses la cual no ha sido atendida.

Zona de valor turístico

Aunque las Cárcavas de Quíbor son un destino turístico de nueva data, señala Arangú que la particularidad de las Cárcavas ha sido motivo para reimpulsar el turismo en el municipio Jiménez, convirtiéndose en el escenario perfecto para la realización de sesiones fotográficas y grabación de contenido audiovisual, así como también, la creación de unas cooperativas con operadores turísticos, quienes ofrecen paquetes de excursión hacia este lugar natural.

En ese sentido considera que este lugar contribuye al desarrollo local y hasta es generador de fuentes de empleo para los ciudadanos del municipio Jiménez.

Flora y fauna en riesgo

Hasta el momento ni los organismos con competencia, ni instituciones ambientales han realizado un inventario de la flora y la fauna que convive en las Cárcavas por lo que resulta impreciso hablar de números, sin embargo, Arangú sostiene que existen elementos y especies singulares que allí coexisten, así como la flora y matorrales propios del clima semiárido.

Por eso, recomienda la realización de ese inventario, incluyendo el entomológico el cual consiste en contabilizar y determinar el tipo de especies de insectos existentes en el lugar.

De darle curso a la explotación o posibles construcciones se pondría en riesgo el amplio ecosistema que hace vida dentro de las Cárcavas.

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