Después de 25 años de buscar la paz con el proceso electoral; sin dudas, siempre surgió la desesperanza por la manida creencia del fraude. Pensábamos en que cualquiera que fuera el resultado este seria siempre a favor del estatus quo, sin embargo, a pesar del tiempo y el raciocinio, fue lamentable la perfidia de la abstención, que nunca nos permitió ver con claridad el deseo del pueblo soberano. No obstante, al fin, con una campaña dirigida hacia la victoria, pudimos ver la realidad sobre el deseo del soberano el 28J. Fue la clara demostración de la perfectibilidad del sistema electoral venezolano, que lamentablemente, esa esperanza se transformó en mítica, al darse unos resultados sin fundamentos claros, que como se dijo, no se compadece con las supuestas actas, que a la fecha no han sido publicadas por el CNE.
Pero, ¿Qué pasó?; no nos atrevemos a pensar en una respuesta definitoria y conclusiva, toda vez ;que, al no concluir el proceso de cómputo de los votos mediante las actas y su obligada publicación, estamos en una situación crítica, además de peligrosa, toda vez que no entendemos la orientación política que impera en el país, por lo que no nos aventuramos a presagiar la verdad política, cuando las acciones de los poderes públicos dieran la impresión de desconocer los resultados electorales, el periodo de transición y el cambio político que debiera ocurrir el venidero 10 de enero.
El pasado 28 de Julio casi 12 millones de venezolanos acudieron a las urnas electorales para hacer efectiva su voluntad y un ejercicio vigoroso de civilidad y expresión de la soberanía popular. Luego de dicho acto cívico, fuimos sorprendidos por el anuncio del hackeo al CNE y, sin embargo, aun así, se dieron resultados y un ganador. Después de este evento percibimos un cambio de estatus del sistema de gobierno, preocupándonos el aparente cese de las garantías constitucionales y del Estado de derecho, ya que sabemos que esto nos lleva a un abismo sin retorno. El respeto a la voluntad popular es el asiento material del sistema democrático y las instituciones y su adecuado funcionamiento son el pilar fundamental de la República.
Antes se dudaba del proceso electoral, considerando que era imposible aceptar las máquinas como base fundamental del sistema; el cual teóricamente es definido como “un conjunto de partes interdependientes que funcionan como una unidad y requiere entradas y salidas, luego de un proceso. Es la unidad conceptual que comprende todo un cúmulo de elementos armónicamente interrelacionados que cumplen un fin predeterminado”; y aunque en la ley no está perfectamente definido, el sistema existe, integrado por: la propia norma, los órganos, entre ellos la junta directiva, técnicos, secretariado y auxiliares. Todos estos elementos conforman la estructura básica, complementada por toda la parafernalia que se integra para el “proceso electoral” como fin de la ley, que culmina con el sufragio, que, de acuerdo con la Constitución, es un derecho, que ejerce el elector mediante votaciones libres, universales, directas y secretas, garantizando el principio de la personalización del sufragio y de la representación proporcional; todo ello integra el “Sistema Electoral”.
En el Sistema, la ley tiene como propósito generar las condiciones dentro del ordenamiento legal para que se logre un sistema electoral a la altura de los retos y exigencias de la democracia, así como consolidar y mantener en el tiempo la garantía de la confiabilidad, la imparcialidad, la transparencia, y la eficiencia de sus procesos; con un Poder Electoral regido por principios de independencia orgánica, autonomía funcional y presupuestaria, despartidización de sus organismos, de participación y protagonismo popular, descentralización de la administración electoral y celeridad de los actos de votación y de escrutinio.
De acuerdo con la Ley, solo es automatizado el acto de votación, por lo que cuando se impugna un proceso o acto electoral, es necesario contrastar los elementos del Registro Electoral, que conlleva a los electores, su identidad y legalidad, que solo puede ser comprobado mediante la revisión de los cuadernos electorales. Igualmente, hay que auditar los hechos comprobables mediante testimonios gráficos, auditivos o por testigos presenciales o actuantes. De esta forma quedo patente de que era imposible hacer fraude.
Pero ¿Qué paso en proceso del 28 de julio pasado?, obviamente, al no haberse demostrado con las actas quien fue el vencedor, no se puede probar el triunfo de Nicolas Maduro, proclamado de inmediato; es decir, que dicha proclama se considera injustificada al no tener el fundamento de la publicación de los resultados, que como se dijo antes, “el resultado del proceso queda inserto en las máquinas de votación y en las actas que estas emiten”.
Al final nos peguntamos: ¿Por qué la incertidumbre?
@Enriqueprietos