La búsqueda de exoplanetas (planetas que orbitan alrededor de estrellas situadas más allá de los límites de nuestro sistema solar) es un tema candente en astrofísica.
Por Instituto Weizmann de Ciencias | Infobae
De los diversos tipos de exoplanetas, uno es caliente en el sentido literal: los Júpiter calientes, una clase de exoplanetas que son físicamente similares al planeta gigante gaseoso Júpiter de nuestro vecindario.
A diferencia de “nuestro” Júpiter, los Júpiter calientes orbitan muy cerca de sus estrellas, completan una órbita completa en apenas unos días o incluso horas y, como sugiere su nombre, tienen temperaturas superficiales extremadamente altas. Tienen una gran fascinación para la comunidad astrofísica. Sin embargo, son difíciles de estudiar porque el resplandor de la estrella cercana hace que sea difícil detectarlos.
Ahora, en un estudio publicado en Nature Astronomy, los científicos informan del descubrimiento de un sistema formado por dos cuerpos celestes, situados a unos 1.400 años luz de distancia, que, en conjunto, ofrecen una excelente oportunidad para estudiar las atmósferas calientes de Júpiter, así como para avanzar en nuestra comprensión de la evolución planetaria y estelar.
El descubrimiento de este sistema binario –el más extremo de su tipo conocido hasta ahora en términos de temperatura– se realizó mediante el análisis de datos espectroscópicos recopilados por el Very Large Telescope del Observatorio Europeo Austral en Chile.
“Hemos identificado un objeto caliente parecido a Júpiter que orbita una estrella y que es el más caliente jamás encontrado, unos 2.000 grados más caliente que la superficie del Sol”, afirma la autora principal del estudio, la doctora Na’ama Hallakoun, investigadora postdoctoral asociada al equipo del doctor Sagi Ben-Ami en el Departamento de Física de Partículas y Astrofísica del Instituto de Ciencias Weizmann.
Añade que, a diferencia de los planetas Júpiter calientes oscurecidos por el resplandor, es posible ver y estudiar este objeto porque es muy grande en comparación con la estrella anfitriona que orbita, que es 10.000 veces más débil que una estrella normal. “Esto lo convierte en un laboratorio perfecto para futuros estudios de las condiciones extremas de los Júpiter calientes”, afirma.
El nuevo descubrimiento de Hallakoun, una ampliación de la investigación que realizó en 2017 con el profesor Dan Maoz, su asesor de doctorado en la Universidad de Tel Aviv, puede permitir obtener una comprensión más clara de los Júpiter calientes, así como de la evolución de las estrellas en sistemas binarios.
El sistema binario que Hallakoun y sus colegas descubrieron está formado por dos objetos celestes, ambos llamados “enanos”, pero que son de naturaleza muy diferente. Uno es un “enano blanco”, el remanente de una estrella similar al Sol después de haber agotado su combustible nuclear. La otra parte del par, que no es un planeta ni una estrella, es un “enano marrón”, un miembro de una clase de objetos que tienen una masa entre la de un gigante gaseoso como Júpiter y una estrella pequeña.
A las enanas marrones a veces se las llama estrellas fallidas porque no son lo suficientemente masivas como para impulsar reacciones de fusión de hidrógeno. Sin embargo, a diferencia de los planetas gigantes gaseosos, las enanas marrones son lo suficientemente masivas como para sobrevivir a la “atracción” de sus compañeras estelares.
“La gravedad de las estrellas puede hacer que los objetos que se acercan demasiado se deshagan, pero esta enana marrón es densa, con 80 veces la masa de Júpiter comprimida en el tamaño de Júpiter”, dice Hallakoun. “Esto le permite sobrevivir intacta y formar un sistema binario estable”.
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