Calificado como caníbal, metódico y sádico, el asesino serial Jason Alan Thornburg fue condenado a la pena de muerte por un jurado de Tarrant.
Por La Opinión
Había sido arrestado por el asesinato de tres personas: David Lueras, Lauren Phillips y Maricruz Mathis, cuyos cuerpos desmembró e incendió en un basurero en Fort Worth.
La fiscal Kim D’Avignon explicó al jurado la última vez que se dirigió a ellos que las pruebas contra Jason eran contundentes: él usó su fe para hacerse amigo de las víctimas y atraerlas a su habitación en un motel de Euless, donde cometía los terribles crímenes.
Los abogados defensores solicitaron considerar las condiciones en que Jason fue gestado: una madre alcohólica y drogadicta y que padecía esquizofrenia. “Desde el principio, estaba condenado en el útero”, expresó al jurado J. Warrent St. John, su abogado defensor.
Argumentó que debía ser declarado inocente por razones de locura, y porque “había sido engañado con una idea profundamente arraigada de que Dios le había ordenado matar”, de acuerdo con People.
Jason creía que David, una de sus víctimas, “necesitaba ser sacrificado”, según afirmó en una declaración jurada. En la misma, aseguró que se trató de un “sacrificio humano a Dios”; además, afirmó tener un profundo conocimiento de la Biblia y aseguró haber sido llamado a realizar sacrificios humanos.
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