En 2009, la Conferencia Episcopal Venezolana tomó la iniciativa de restaurar una reliquia venerada, la imagen de la Virgen de Coromoto, patrona de Venezuela, según informó El Gráfico de México. La reliquia, de apenas 2.5 x 2 centímetros, se encontraba en un estado de deterioro alarmante, lo que llevó a la convocatoria de un equipo especializado en restauración.
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Entre los expertos se encontraba Nancy Jiménez, una restauradora de obras de arte y documentos antiguos con un historial impresionante, incluyendo la restauración del Acta de Independencia de Venezuela. Sin embargo, fue durante la restauración de la Virgen de Coromoto cuando Jiménez vivió un momento que describiría como inexplicable. En una entrevista reciente, ella relató: “Vi un ojo al otro lado del microscopio que me estaba mirando. El susto fue tal que dije una mala palabra, empujé el microscopio y salí corriendo. Lloré como no tienen idea. Lloré muchísimo y le pedí perdón a la Virgen porque no creía que ella estaba ahí”.
Este suceso inesperado transformó la vida de Jiménez, quien después de lo ocurrido, se convirtió al catolicismo y se ha dedicado a defender la autenticidad de la aparición mariana de la Virgen de Coromoto en 1652. La historia cuenta que la Virgen se apareció al cacique Coromoto junto a un río, solicitándole que buscara a los españoles para recibir el bautismo, marcando el inicio de una conversión masiva en la región.
Los estudios científicos realizados en 2009 por el equipo de restauración, como se menciona en El Gráfico de México, revelaron detalles sorprendentes. “Se identificaron varios símbolos indígenas en la imagen. La corona de la Virgen y del Niño tienen características típicamente indígenas. Los ojos de la Virgen, que miden menos de 1 milímetro, presentan iris y al observar el ojo izquierdo en profundidad, se distinguen detalles propios de un ojo humano, como el orbe ocular, el conducto lagrimal, el iris y un pequeño punto de luz en el que se percibe una figura humana con características especiales”, se detalló en el reporte.
Pablo González, otro miembro del equipo, ofreció una perspectiva adicional sobre la técnica de la imagen: “La reliquia está adherida al papel con trazos perfectos y en relieve. Lo sorprendente es que el papel no absorbió la tinta. Para la época, solo existía la tinta china, que al aplicarse en papel de algodón —similar a una servilleta—, tiende a expandirse al adherirse. Sin embargo, esto no ocurrió con la imagen de la Virgen, lo que científicamente no tiene explicación”. Este fenómeno ha llevado a muchos a considerar la imagen no solo como una pieza histórica, sino como un posible milagro.